Lejos de remitir, la tensión en Urumqi, capital de la región autónoma de Xinjiang, de mayoría musulmana uigur, se mantiene. Disparos de la policía china acabaron ayer con la vida de dos uigures e hirieron de gravedad a un tercero cuando intentaban evitar, según la versión oficial, que atacaran a una cuarta persona. Desde hace nueve días la ciudad vive sumida en una ola de violencia por el choque interétnico entre los han, mayoritarios en China, y los musulmanes uigures, con un saldo de 184 muertos y, al menos, 1.700 heridos.

El incidente mortal se produjo ayer, horas después de que el Gobierno regional estableciera limitaciones a los ciudadanos que pasan por la prohibición de gritar consignas, colgar carteles, repartir folletos o llevar a cabo cualquier otra actividad que, según su punto de vista, alterara el frágil orden. Las fuerzas de seguridad también empezaron a confiscar cualquier objeto que pueda usarse como arma.

El presidente provincial de Xinjiang, Nur Bekri, dijo que, de los 184 fallecidos, la mayoría (137) son de la etnia han y 46, uigures. La vida de 74 heridos está en peligro.