Ninguno de los presentes en la ceremonia de toma de posesión del presidente electo de Ecuador, Rafael Correa, pudo poner en duda, ayer, que el país andino iniciaba una andadura diferente, en la línea del populismo de izquierdas, y siguiendo los pasos de países como Venezuela o Bolivia. Correa anunció que va a emprender la renegociación de la deuda externa y a convocar una Asamblea Constituyente para superar el actual sistema de partidos, que considera corrupto.

A las 10.18 horas (16.18 en España), Correa juró el cargo para, acto seguido, recibir la banda presidencial de su antecesor, Alfredo Palacio. Durante su discurso, el mandatario se dirigió a la ciudadanía para reiterar que consideraba "más necesario que nunca" convocar una Asamblea Constituyente, y para dirigirse a las instituciones crediticias internacionales para reescalonar los pagos de la deuda externa.

Entre los asistentes al acto estaban el príncipe Felipe y los jefes de Estado de Bolivia, Evo Morales; Brasil, Luis Inácio Lula da Silva; y Chile, Michelle Bachelet. También Daniel Ortega, de Nicaragua, y Hugo Chávez, de Venezuela. Representando a Cuba viajó el vicepresidente Carlos Lage, quien dijo que América Latina "vive nuevos tiempos" y que la victoria de Correa "marca el surgimiento de un pensamiento de izquierda y progresista". Precisamente, Correa, en una entrevista a Le Monde, dijo que piensa aplicar las recetas del populismo de izquierdas. "El Estado asumirá un papel creciente en la economía de Ecuador", dijo.