Se han cumplido ya cuatro semanas desde que el ciclón Nargis devastó el sur de Birmania y se sigue sabiendo poco de lo que allí ocurre, pero lo que trasciende no puede ser más descorazonador. Las organizaciones humanitarias confirmaron ayer que los militares están expulsando a los supervivientes de los campamentos de desplazados, escuelas y monasterios en los que habían buscado refugio. Una crueldad que no parece tener límites y que ayer llevó al secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, a responsabilizar a la Junta de "decenas de miles de muertes" por obstruir la llegada de la ayuda internacional.

LA VUELTA AL HOGAR La ONU advirtió al Gobierno de Birmania de que es "inaceptable" obligar a la población desplazada por el ciclón a volver a sus lugares de origen. La portavoz de la organización internacional, Marie Okabe, aseguró que con la aceleración en los últimos días de las operaciones de asistencia, es "crucial" que todos los movimientos de población sean voluntarios.

Son miles las personas que corren el riesgo de quedar abandonadas a su suerte, con una lona y unas cañas de bambú, que es todo lo que les dan las autoridades para que se construyan una nueva morada. "Sin refugio, alimentos y agua potable, el intento del Gobierno es como enviar a las gentes a la muerte, y amenaza con ampliar la magnitud del desastre", advirtió Human Rights Watch, informa la agencia de noticias France Presse.

Desde Singapur, Gates criticó duramente la actitud de las autoridades birmanas y reveló que, mientras la Junta ha autorizado el aterrizaje de aviones militares estadounidenses cargados con ayuda humanitaria, mantiene la prohibición de desembarcar la que transportan los buques de guerra. El dirigente destacó que ese comportamiento obstruccionista ha costado "decenas de miles de vidas".

TODO UN ACTO CRIMINAL Cuatro semanas después del ciclón, más de un millón de personas no han recibido ningún tipo de ayuda, según la ONU. Y en la misma línea que Gates, el religioso birmano Ashin Vayama --uno de los líderes de la revuelta azafrán de septiembre-- declaró a este diario en Bangkok que "el bloqueo de la ayuda humanitaria es un acto criminal".

Ashin Vayama es un buen conocedor de la situación en el delta del Irauadi, de donde ha llegado esta misma semana. "Tocando a Rangún --dijo--, la situación ha mejorado mucho, porque han podido actuar las entidades civiles y religiosas, pero en la desembocadura las cosas están casi como el primer día. Nosotros fuimos en un barco y nos quedamos petrificados al ver tantos cadáveres".

El religioso Vayama forma parte de la comunidad religiosa del monasterio Kyaung Thit Temple, destruido casi por completo. El monje aseguró que, pese a ello, sus compañeros salen todos los días para ayudar a los damnificados. El monje dijo maravillarse de la resistencia de las víctimas. "La Junta les aconseja comer ranas. Verdaderamente los militares han perdido el juicio". Y matizó: "Hace tiempo que lo perdieron. En Birmania muere más gente por la falta de libertad que por el ciclón".