Para asegurar la "transparencia y profundidad de las investigaciones" de las torturas en Abú Graib, según el Pentágono, o como un movimiento estratégico para retrasar esas pesquisas según algunos analistas, el Departamento de Defensa de Estados Unidos está remodelando el equipo que lleva a cabo la investigación, que correrá a cargo de un general de tres o cuatro estrellas. El cambio pone en peligro que esté listo para principios de julio el informe sobre responsabilidades, que casi con seguridad se extienden a niveles de mando más altos que el de los reservistas acusados hasta ahora.

El general de tres estrellas Ricardo Sánchez, máximo responsable de las tropas estadounidenses en Irak, ha pedido al Pentágono ser relevado como supervisor de la investigación. Sánchez también ha solicitado que se reemplace al militar que dirigía la investigación, el general de dos estrellas George Fay, por alguien de mayor rango.

Esa demanda ya la había realizado el general Jon Abizaid, jefe de las fuerzas de EEUU en Oriente Próximo, y se argumenta porque un militar no tiene obligación de contestar a las preguntas de alguien de rango inferior, lo que había dificultado la investigación de Fay. El Pentágono ha anunciado que la petición está "bajo consideración" y que están buscando sucesor.

EN EL OJO DEL HURACAN El propio Sánchez se encuentra bajo la lupa de los investigadores, pues él decidió poner la prisión bajo el control "táctico" de oficiales del espionaje militar el 19 de noviembre, justo antes de que se produjeran las torturas. Sánchez ha asegurado que quería encargar al espionaje militar la seguridad y otras responsabilidades logísticas, no darles el control operativo sobre los soldados de la policía militar --algo que viola las normas del Ejército--.

Además, senadores del Comité de las Fuerzas Armadas atribuyen a Sánchez la responsabilidad de un documento colocado en Abú Graib en el que se delineaban duras tácticas para los interrogatorios de detenidos. Asimismo, uno de los siete reservistas acusados hasta el momento ha anunciado que testificará que el general presenció algunos abusos. Sánchez testificó en el Congreso que visitó en varias ocasiones la prisión, pero negó haber tenido conocimiento de las torturas hasta enero.

No parece posible que el informe final de Defensa esquive a altos mandos, pues cada vez hay más indicaciones de que fueron quienes aprobaron el empleo de tácticas que violan la Convención de Ginebra. Ayer, The Washington Post desveló que el uso de perros sin bozal para intimidar y atacar a los detenidos iraquís fue recomendado por un general de dos estrellas.