Con un 68% de la ciudadanía checa en contra y un Parlamento donde los diputados díscolos bordean la mayoría, el ministro de Exteriores de la República Checa, Karel Schwarzenberg, y su homóloga de EEUU, Condoleezza Rice, firmaron ayer en Praga un tratado de defensa que permitirá a la Administración norteamericana construir al sur de la capital checa una estación de radar del sistema de defensa antimisiles para neutralizar la amenaza que puedan plantear países como Irán, con un programa nuclear en desarrollo.

Esta primera piedra en Europa Oriental del polémico escudo antimisiles, por el que las autoridades checas recibirán como contrapartida la posibilidad de que científicos e industriales locales se beneficien de sus avances tecnológicos, fue acogida en Moscú con previsible indignación. El Gobierno de Rusia amenazó con responder con "medios técnico-militares" a un despliegue que, según el Kremlin, merma a largo plazo su seguridad.

"Este acuerdo es importante no solo para la seguridad de EEUU o la Republica Checa, sino para la seguridad de la OTAN y en última instancia, para la seguridad de la comunidad internacional", proclamó Rice en la capital checa. El tratado "es un ejemplo de nuestro deseo común de proteger al mundo libre", subrayó Mirek Topolánek, primer ministro checo, haciendo hincapié en que la rúbrica del documento constituía una ocasión para anclar al antiguo país comunista en la Alianza Atlántica y en Occidente.

El acuerdo, de duración ilimitada y revocable en cualquier momento con un preaviso de un año, prevé el despliegue de un máximo de 250 soldados norteamericanos en territorio checo. Establece, además, que las autoridades de Praga conservarán total soberanía y plena propiedad de la base, además de permitir que un oficial checo, con oficina y equipo propio, esté presente en la instalación.

IRA DEL KREMLIN La ira del Kremlin no tardó en plasmarse en los comunicados oficiales. Moscú dio a entender que está dispuesto a iniciar una nueva carrera armamentística si se materializa el contenido del acuerdo. "Si comienza el verdadero despliegue de un escudo de misiles estratégicos cerca de nuestras fronteras, entonces nos veremos obligados a reaccionar, no con métodos diplomáticos, sino con medios técnico-militares", reza una declaración del Ministerio de Exteriores. "El sistema antimisiles "es capaz de dinamitar la estabilidad y la seguridad no solo a escala europea, sino mundial", concluye Moscú.