EEUU e Irak lanzaron ayer una vasta operación militar conjunta en la barriada de Ciudad Sadr, el feudo del cabecilla chií radical Moktada al Sadr en Bagdad, con el objetivo de desbaratar un amplio entramado de organizaciones vinculadas al contrabando de armas y de combatientes desde el vecino Irán. Según fuentes oficiales, alrededor de 32 supuestos milicianos fueron abatidos durante la escaramuza armada, aunque testigos presenciales sostienen que al menos 11 civiles perdieron la vida como consecuencia de los intercambios de disparos entre combatientes y soldados.

La operación militar conjunta entre militares estadounidenses e iraquís tuvo lugar precisamente cuando el primer ministro de Irak, el chií Nuri al Maliki --quien intenta desesperadamente salvar su Gobierno de unidad pese al boicot declarado de casi la mitad de sus ministros-- iniciaba una visita oficial en Teherán para buscar un mayor apoyo político y económico y restablecer la seguridad en el país.

Durante su estancia de tres días en Teherán, Maliki se reunirá con el líder supremo iraní, el ayatolá Alí Jamenei. Precisamente, Washington acusa a Teherán de fomentar la violencia mediante el entrenamiento de las milicias radicales chiís y el suministro de armas.

RECORD MACABRO Según el estamento militar estadounidense, más del 70% de los ataques contra las fuerzas estadounidenses en Bagdad en el mes de julio fueron perpetrados por las milicias chiís, muchas de ellas adiestradas en Irán. Precisamente, ayer se supo que los atentados con este tipo de armamento ha conocido un nuevo récord durante el mes de julio, tal y como declaró a The New York Times el general Raymond Odierno, número dos del contingente militar estadounidense en Irak.

Sea como fuere, lo cierto es que el enfrentamiento de la jornada de ayer y los muertos civiles que provocó despertaron las iras de la población. Cientos de manifestantes desfilaron por las calles de ese paupérrimo barrio del noreste de Bagdad coreando consignas contra EEUU. Los portavoces militares norteamericanos, no obstante, se emplearon a fondo durante la jornada de ayer para asegurar que no había civiles entre las víctimas.

"Había mujeres y niños en la zona cuando llevamos a cabo la operación, pero nadie resultó herido durante la operación", dijo el teniente coronel Christopher Garver. El tiroteo se intensificó cuando un grupo de hombres armados se enfrentó a las fuerzas norteamericano-iraquís. "Para responder de forma apropiada a la amenaza de una fuerza terrorista organizada se pidió apoyo desde el aire", reza un vago comunicado militar emitido por el Ejército estadounidense.