Siete años después de los atentados del 11-S, EEUU empieza a admitir en voz alta el fiasco de la "guerra contra el terror" de Bush. El fracaso de los objetivos y los intentos de enmendarlos causan malestar en sus dos principales aliados en la zona, Pakistán y Afganistán. Para la Casa Blanca, ha llegado el momento de cambiar la estrategia. Ahora se trata de reforzar el potencial bélico en Afganistán, no en Irak, y enviar comandos especiales a territorio paquistaní para sacar de sus guaridas y eliminar a los extremistas islámicos.

La nueva táctica militar ya se ha puesto en marcha, según reveló ayer The New York Times . El pasado mes de julio Bush dio luz verde para que militares de EEUU entren en Pakistán sin esperar el permiso de las autoridades de Islamabad. La primera incursión --terrestre-- fue el 3 septiembre en el sur de Waziristán. El ataque acabó con la vida de "unas dos docenas de presuntos combatientes de Al Qaeda", según el diario. Otras fuentes dijeron que entre los muertos había mujeres y niños. Según dijo el almirante Mike Mullen, jefe del Estado Mayor Conjunto de EEUU, "se ha buscado una estrategia nueva y global", que afecta "a ambos lados de la frontera".

MALESTAR EN PAKISTAN La incursión militar y la decisión de Bush han irritado a Pakistán, que desde el martes tiene nuevo presidente, Asif Alí Zardari --viudo de Benazir Bhutto-- que sustituyó en la jefatura del Estado al dimisionario general Pervez Musharraf, uno de los grandes aliados de Washington. El jefe del Ejército de Pakistán, Ashfaq Kayani, dijo ayer que, "cueste lo que cueste", no permitirá que "ninguna fuerza externa lleve a cabo operaciones en Pakistán".

La Alianza Atlántica, por su lado --que comparte con el Pentágono la lucha contra el terrorismo en Afganistán-- se desmarcó ayer de la nueva estrategia de la Casa Blanca. "El mandato de la OTAN acaba en la frontera. No hay incursiones terrestres ni tampoco aéreas de la OTAN en territorio paquistaní", señaló uno de sus portavoces. La única voz que ha saludado la iniciativa de Bush es el presidente afgano, Hamid Karzai, que ve también con muy buenos ojos la próxima llegada de 4.500 soldados de EEUU más a su país. Karzai ha pedido que los refuerzos se desplieguen "en lugares donde tengan un efecto en la lucha contra el terrorismo".

Con estas nuevas medidas Washington espera revertir la situación en el país centroasiático, después de que altos mandos militares de EEUU hayan reconocido que no se está ganando la guerra en Afganistán. Las acciones de los talibanes han llegado incluso a las puertas de Kabul, la capital. Además, entre la población afgana ha crecido el sentimiento contra EEUU y las tropas extranjeras, después de que varios ataques aéreos hayan matado a decenas de civiles.

"Después de los ataques del 11S, cuando Estados Unidos y sus aliados derrocaron a los talibanes, los estadounidenses nos prometieron estabilidad, protección y trabajo", dijo ayer a la agencia Reuters Haji Allah Dad, comerciante afgano. "Pero no han hecho nada por nosotros. Han tirado bombas contra la población civil y han matado a miles de afganos en los últimos siete años, mientras los talibanes se han hecho más fuertes".

LA DERROTA DE IRAK Al fiasco de Afganistán hay que sumar también el de Irak. Tras cinco años de ocupación militar, Bush dejará a su sucesor en la Casa Blanca un país dividido, plagado de milicias armadas y en el que han muerto decenas de miles de personas, la mayoría civiles. La seguridad en el país ha mejorado en los últimos meses, "pero la situación sigue siendo frágil", dijo ayer a la BBC el jefe de las tropas de EEUU en el país árabe, el general David Petraeus quien no sabe si algún día podrá utilizar la palabra "victoria" en Irak.