EEUU está preparado para mover piezas en Irak, pero la jugada responde ante todo a una estrategia defensiva en casa. Según reveló ayer The New York Times , la Casa Blanca va a utilizar el esperado informe ante el Congreso del general David Petraeus para delinear un plan de recorte de tropas que arrancará en la primera mitad del año que viene.

Las fuentes de la Administración de George Bush que han hablado con el diario han reconocido que esa retirada parcial representa un intento de contrarrestar la creciente presión pública y política para dar solución y salida a la costosa e ineficaz intervención militar, pero han explicado también que el recorte será tímido y menor de lo que han pedido los demócratas y cada vez más republicanos.

LA VERSION OFICIAL La Administración venderá el recorte como una nueva estrategia y argumentará que el polémico incremento de 130.000 soldados que aprobó este año ha sido efectivo en varios frentes. Un aperitivo de esa argumentación lo dió ayer mismo el propio Bush, que empleó su discurso radiado semanal para apuntar los progresos logrados a nivel local en Irak. Sin embargo, el presidente tuvo que reconocer que "desafortunadamente, el progreso político no ha ido al mismo ritmo".

Ese problema es acuciante y no presenta muchas razones para el optimismo. Ayer mismo, era el pesimismo lo que marcaba las perspectivas de la reunión en Bagdad a la que asistían el primer ministro, el chií Nuri al Maliki; el presidente, el kurdo Jalal Talabani; los vicepresidentes Tareq al Hashemi y Abdel Abdul Mahdi; y el presidente del Kurdistán, Masud Barzani.