EEUU se está quedando sin tiempo. Su enviado especial para Oriente Próximo, George Mitchell, decidió ayer prolongar un día más su estancia en Jerusalén para seguir negociando con Israel una moratoria en la construcción de los asentamientos, la condición esgrimida por la Autoridad Nacional Palestina para volver a la mesa de diálogo. Las posturas no acaban de encontrarse. Los nueve meses de congelación parcial de las obras que ofrece Israel, se antojan insuficientes. Washington quiere aprovechar la Asamblea General de la ONU en Nueva York para forzar la primera reunión entre los líderes israelí y palestino, y dar por reanudado el proceso de paz. Pero sin un acuerdo con Israel, satisfactorio para los palestinos, será muy difícil que lo consiga.