Suma y sigue. EEUU anunció ayer nuevos castigos a Corea del Norte por el reciente hundimiento de un barco militar surcoreano. Pyongyang es seguramente el régimen que acapara más sanciones del mundo.

Las medidas fueron anunciadas por la secretaria de Estado, Hillary Clinton, en viaje por Seúl. No concretó demasiado, pero sí se esforzó en aclarar que no van contra el ya sufrido pueblo norcoreano, del que esta semana se sabía que carecía de anestesia en las operaciones quirúrgicas, sino contra "las equivocadas y malignas prioridades de su Gobierno". Washington, dijo Clinton, estudia congelar los bienes de bancos o particulares norcoreanos que sospeche que están relacionados con la carrera nuclear. También prevé trabar la compra de los bienes de lujo que consume la élite.

PREVENIR LA PROLIFERACION Las sanciones buscan "prevenir la proliferación nuclear, detener las actividades ilícitas que ayudan a los programas armamentísticos y desanimar posteriores provocaciones", según Clinton, quien también señaló las "graves consecuencias" que provocará cualquier ataque norcoreano. Washington ha decidido las sanciones de espaldas a la comunidad internacional, hastiado de la actitud contemporizadora de China y Rusia en el Consejo de Seguridad.

Clinton y el secretario de Defensa estadounidense, Robert Gates, están en Seúl para conmemorar el 60º aniversario del inicio de la guerra de Corea y reunirse con sus homólogos surcoreanos, Yu Myung-hwan y Kim Tae-young, respectivamente, a quienes han reafirmado su pacto de defensa frente a las agresiones de su díscolo vecino del norte. Durante la mañana, la comitiva estadounidense había visitado la Zona Desmilitarizada, la franja de 2,5 kilómetros de ancho y dos millones de soldados que divide ambas coreas.

La temperatura en la península se elevó cuando el navío surcoreano Cheonan se hundió en marzo y murieron 46 tripulantes. Una comisión internacional certificó que un torpedo norcoreano causó el accidente, lo que Pyongyang ha negado. Washington reclama a Corea del Norte la asunción de culpas antes de reiniciar las negociación a seis (ambas Coreas, Estados Unidos, Japón, China y Rusia) tendentes a su desnuclearización, y el orgulloso régimen de Kim Jong-Il no frecuenta los renuncios.