EEUU tendrá este año fiscal el mayor déficit desde la Segunda Guerra Mundial, sin contar siquiera con el plan de estímulo económico que impulsa el presidente electo Barack Obama, según dijo hoy la Oficina de Presupuestos del Congreso. La recesión y el costo de la intervención en los mercados provocarán un empeoramiento "drástico" de sus cuentas en el actual ejercicio, que comenzó en octubre, de acuerdo con la oficina presupuestaria del Congreso (CBO, por su sigla en inglés).

Esta agencia predijo que el déficit rozará los 1,2 billones de dólares en el año fiscal 2009, lo que equivale al 8,3 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) del país. Esa cifra parece mala, pero la realidad será aún más deprimente, como reconoció la propia CBO, que a la hora de hacer sus pronósticos asume que las leyes se quedarán como están.

El cambio es inevitable, sin embargo, de la mano del plan de estímulo económico de Obama, el cual agrandará el agujero fiscal hasta los 1,6 billones de dólares o más. Pese a las cifras de la CBO, el presidente electo dijo hoy en una rueda de prensa que el paquete de gasto adicional es imprescindible para sacar al país de una situación económica "atroz".

Su equipo ha hablado de un plan de estímulo de entre 675.000 y 775.000 millones de dólares en dos años, y Obama señaló hoy que el proyecto final se colocará en el extremo "alto" de ese margen. Al mismo tiempo, el presidente electo prometió tomar medidas para reducir el déficit a medio y largo plazo, incluida una revisión de los sistemas de jubilación y de salud, que serán un gran lastre para las cuentas públicas a medida que envejezca la población.

Para demostrar sus buenas intenciones, Obama nombró hoy a Nancy Killefer como jefa de Cumplimiento de Objetivos, un cargo de nueva creación para supervisar la eficiencia del gasto y cortar los programas que estén "obsoletos". "Si no hacemos nada, veremos extenderse los números rojos tan lejos como nos llegue la vista", dijo el presidente electo. En todo caso, Obama preparó al país para "déficits de un billón de dólares durante años".

Las previsiones de la CBO empañan la salida del presidente George W. Bush de la Casa Blanca, al ilustrar el gran deterioro de las cuentas públicas bajo su mandato. Sus rebajas tributarias, los costos asociados con los atentados del 11 de septiembre del 2001 y las guerras en Afganistán e Irak transformaron el superávit que Bush heredó de Bill Clinton en un déficit.

Al mismo tiempo, el presidente saliente no puso freno al gasto aprobado por un Congreso dominado por sus colegas republicanos durante seis años. El demócrata John Spratt, que preside el Comité de Presupuestos de la Cámara Baja, afirmó en un comunicado que el informe de la CBO es "el epitafio lúgubre de la administración de Bush", que ha dejado unos déficits que "se tardará una generación en superar". Pese a su preocupación por el estado del erario público, Spratt respaldó el plan de estímulo de Obama.

El déficit estadounidense fue récord en 2004, en términos absolutos, y de nuevo en 2007, cuando sumó 455.000 millones de dólares. En comparación, los números rojos de este ejercicio romperán los moldes. La CBO prevé que la recaudación se derrumbe y que los subsidios al desempleo y las ayudas a los pobres se disparen.

Al mismo tiempo, las intervenciones en el sector inmobiliario y los mercados financieros acarreará al Gobierno pérdidas por valor de 420.000 millones de dólares, según sus cálculos. Para el año fiscal 2010, la oficina presupuestaria del Congreso vaticina un déficit de algo más de 700.000 millones de dólares, equivalente al 4,9 por ciento del PIB.

De nuevo, la cifra final será previsiblemente mucho mayor, no sólo por el segundo año del plan de estímulo de Obama, sino porque la CBO no contabiliza algunas rebajas tributarias que el Congreso extiende cada año y el costo de las operaciones militares en Irak y Afganistán.