Las relaciones entre EEUU e Irán han entrado en una nueva fase. Recogiendo la línea de apuesta de la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, y dejando aparcada la estrategia de aislamiento, enfrentamiento y amenazas de intervención militar impulsada por el vicepresidente, Dick Cheney, la Administración de George Bush está dando pasos que demuestran el giro político, y el más destacado puede ser la inminente apertura en el próximo mes de una oficina de intereses de EEUU en Teherán, similar a la que Washington mantiene en La Habana. La iniciativa, solo un paso inferior a la apertura de una embajada, supondría el regreso de diplomáticos estadounidenses al país de Oriente Próximo desde que en 1979 estalló la crisis de los rehenes.

La Casa Blanca no confirmó ayer la información sobre la apertura de la oficina de intereses en Teherán, publicada por el diario británico The Guardian, pero tampoco la desmintió. Hace ya tiempo que en Washington circulan informaciones sobre la insistencia con la que Rice ha buscado la aprobación de la iniciativa por parte de Bush. La secretaria de Estado reiteró ayer la "firme" disposición de EEUU a resolver las diferencias con Irán por la vía diplomática.

HERRAMIENTA DE PRESION. La secretaria de Estado, que el mes pasado aseguró que EEUU está "decidido a tender la mano al pueblo iraní", está convencida de que una de las herramientas más efectivas para presionar al régimen de Mahmud Ahmadineyad es facilitar las visitas a EEUU de ciudadanos iranís. Hasta ahora, quienes quieren un visado tienen que realizar un complicado viaje hasta el emirato de Dubái, donde una pequeña oficina tramita la documentación.

El giro en las posiciones del Gobierno de Bush se ha notado en su segundo mandato, durante el que ha abandonado parcialmente el unilateralismo y ha conseguido consenso internacional en las Naciones Unidas para endurecer sanciones contra Teherán y aumentar la presión sobre uno de los países que Bush incluyó en su eje del mal junto con Irak y Corea del Norte.

La última prueba del cambio de estrategia se dejó notar con intensidad el miércoles, cuando se anunció que William Burns, número tres del Departamento de Estado, estará mañana en Ginebra en las conversaciones con Irán organizadas por la UE que presidirá Javier Solana. Hasta ahora, Washington se había negado a cualquier tipo de discusión directa con Teherán mientras no renunciara al programa de enriquecimiento de uranio.

Estados Unidos cerró su embajada en Teherán en 1979, cuando cientos de estudiantes entraron en la legación y capturaron rehenes que no fueron liberados hasta 1981. EEUU actúa ahora en el país a través de la embajada suiza, que acogería la potencial oficina de intereses en términos de protocolo.

DIFERENTE PERSPECTIVA. La presencia de estadounidenses en Irán daría a Washington la oportunidad de tomar el pulso directamente al país y tomar testimonios de primera mano, y no, como hasta ahora, a través de diplomáticos de otros países. Ahmadineyad ha reaccionado positivamente. "Recibiremos favorablemente toda acción que ayude a reforzar las relaciones entre nuestros pueblos", declaró el presidente de Irán.

Bush ha estado hablando durante las últimas semanas de la nueva línea de actuación con el candidato republicano a la Casa Blanca, John McCain. El candidato demócrata, Barack Obama, se había diferenciado de su rival apostando por conversaciones bilaterales sin condiciones.