Ni Estados Unidos, ni la Unión Europea ni la OTAN tomaron ayer partido claro ni por Rusia ni por Georgia, después del incidente ocurrido el pasado lunes entre los dos países, en el que un bombardero de Moscú violó presuntamente el espacio aéreo georgiano y lanzó un misil que cayó cerca de la frontera con Osetia del Sur. Tiflis acusa a Moscú de estos hechos pero el Kremlin lo niega tajantemente, pese a que incidentes de este tipo se repiten con regularidad desde 1990.

La Comisión Europea se limitó ayer a pedir "contención" a ambos países. La portavoz comunitaria de Relaciones Exteriores, Christiane Hohmann, añadió además que confía en que lo ocurrido "no afecte al diálogo sobre los conflictos latentes" entre Rusia y Georgia, creados por las reclamaciones de las regiones separatistas georgianas de Abjasia y Osetia del Sur.

LA OTAN ´OBSERVA´ Mientras, la Alianza Atlántica declaró simplemente que "observa la situación". La participación de la OTAN no ha sido requerida en la investigación del caso. Por su parte, EEUU pidió a Moscú que "rebaje el tono de su retórica", pero "rechazó de plano" las acusaciones de Tiflis de que "el lanzamiento del misil fue deliberado" con el propósito de "provocar tensiones y un cambio de política" en el país.

Georgia, que fue república soviética hasta la desintegración de la URSS en diciembre de 1991, se volvió muy prooccidental a partir de la llamada revolución de la rosa , en el 2003, y desea adherirse a la OTAN. Ayer, el Gobierno de Tiflis pedirá una reunión extraordinaria del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para aclarar el asunto.

Rusia todavía mantiene tropas en territorio georgiano, y la retirada militar definitiva debería completarse en el 2008.