Estados Unidos se plantea sacar a Haití de entre las ruinas como un proyecto a largo plazo, mientras los brotes de violencia y las demoras en el reparto de ayuda humanitaria suponen los retos más inmediatos tras el seísmo del martes, reconocieron ayer funcionarios del Gobierno estadounidense. El presidente Barack Obama ha firmado una orden ejecutiva que autoriza el envío de reservistas de las Fuerzas Armadas para apoyar la misión humanitaria en Haití, informó ayer la Casa Blanca.

Obama firmó la orden ejecutiva el sábado. Según la Casa Blanca, estas tropas ayudarán a los departamentos de Defensa y de Seguridad Nacional a respaldar los esfuerzos humanitarios en Haití. Según el documento, la orden tendrá un uso "limitado" ya que servirá para tareas muy específicas en las tareas de cooperación en el país caribeño. Así, por ejemplo, la orden permite la activación de personal médico de las reservas militares para sustituir al que fue enviado ayer a Haití en el buque-hospital USNS Comfort . También contempla el despliegue de una unidad de la Guardia Costera estadounidense para desarrollar tareas de seguridad portuaria.

RETO DE SEGURIDAD En Haití, aunque aislados, los brotes de violencia son un reto de seguridad que dificulta las tareas humanitarias en el país caribeño, azotado hace cinco días por un terremoto que, según calcula ahora la Organización Panamericana de la Salud, ha causado unos 100.000 muertos.

El subcomandante del Comando Sur de EEUU, el teniente general P.K. Keen, y el director de la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID), Rajiv Shah, señalaron que la seguridad es un componente clave en la misión humanitaria. Keen subrayó que aunque el objetivo inmediato de EEUU es proveer asistencia humanitaria, el restablecimiento de la seguridad es algo que, con la ayuda de Naciones Unidas, requiere "una respuesta rápida" "La seguridad es una preocupación. Estamos prestándole atención muy de cerca", añadió. Solo el sábado, un equipo de 1.000 soldados estadounidenses entregaron a las víctimas 130.000 raciones de comida y 70.000 botellas de agua potable. En ese sentido, Keen, que coordina el papel del Ejército en la misión humanitaria, aseguró que, aunque se trata de un "desastre de proporciones épicas", en términos generales "hay calma en las calles".

DEFICIT SANITARIO A medida que pasan las horas preocupan también las deficiencias para atender a los miles de heridos. "La situación de los pacientes es muy crítica, no solo por sus sufrimientos físicos, sino también emocionales, porque todos tienen la impresión de haber visto muy de cerca la muerte", explicó en Puerto Príncipe el doctor Claude Surena, presidente de la Asociación Médica Haitiana y exministro de Salud Pública bajo el Gobierno de Jean-Bertrand Aristide. Entre los pacientes hay muchos niños que, si antes del terremoto se morían de hambre, ahora corren peligro de morir por la precariedad de la infraestructura médica, según subrayó el pediatra.

"Muchos de ellos necesitan cirugía pero no tenemos los equipos para eso", lamentó Surena, que ha sido designado por el presidente René Préval para coordinar la respuesta médica al desastre. Y explicó que solo ha habido pequeños problemas de seguridad durante la noche, especialmente al trasladar a los heridos graves a hospitales ambulantes.

En paralelo, los exmandatarios Bill Clinton y George W. Bush hicieron ayer campaña para recaudar fondos para Haití. Ambos subrayaron que la tragedia en Haití ofrece una oportunidad para dejar de lado las diferencias políticas y expresar solidaridad con los damnificados.

"SALVAR VIDAS" En declaraciones a la cadena CNN, Clinton y Bush consideraron que el éxito a corto plazo es "salvar vidas" y distribuir con eficacia la ayuda. La meta a largo plazo, coincidieron ambos, es lograr la reconstrucción y revitalización social y política del atribulado país.

Clinton, enviado especial de la ONU para Haití, viajará el lunes a ese país para reunirse con el presidente haitiano, René Préval, y otras autoridades de su Gobierno y de la comunidad internacional, además de entregar un cargamento de ayuda humanitaria para las víctimas.