Durante la convención que los republicanos celebraron la pasada semana, la sensación generalizada era de que John McCain iba a salir reforzado, sobre todo por el inesperado nombramiento de la gobernadora de Alaska, Sarah Palin, como número dos. Ahora ya hay datos que permiten empezar a calibrar las consecuencias que el efecto Palin ha tenido en la carrera presidencial, al menos a corto plazo: en el sondeo de USA Today y Gallup, Barack Obama tenía siete puntos de ventaja la semana pasada y ahora va por debajo por cuatro.

Hay encuestas, como la de la CNN y Time , que hablan de empate; otras, como la de Rasmussen, le dan a McCain una escasa ventaja de un punto. La media que elabora con todos los sondeos Realclearpolitics.com otorga al republicano 2,1 puntos de ventaja. Las encuestas estado por estado, contando los votos electorales, aún predicen que Obama va en cabeza pero con una exigua ventaja, con varios estados clave empatados o con diferencias muy cortas.

FALTAN LOS DEBATES Si de tendencias se trata --y esa, dado el sistema electoral de EEUU, es la valía de las encuestas nacionales de intención de voto--, es innegable que el efecto Palin ha disparado a los republicanos justo ahora que empieza la fase decisiva de la campaña. Decisiva porque quedan poco más de dos meses para votar y porque lo que falta (los tres debates presidenciales y el vicepresidencial, por ejemplo) es lo que históricamente acaba decantando hacia un candidato u otro a los electores indecisos. Les ha costado 18 meses, pero los republicanos llegan a esta fase decisiva con un mensaje claro --el cambio en Washington, por muy extraño que suene viniendo del partido que ha dominado la presidencia, el Congreso o ambos casi ininterrumpidamente desde los 80-- y dos caras con las que simbolizarlo: McCain y su historial de enfrentamientos con su partido y Palin.

Lo cual obliga a los demócratas a replantear su estrategia. El número dos de Obama, Joe Biden, ya tira de sus creencias católicas para afirmar que él cree que la vida empieza en la concepción, y así contrarrestar la firme postura antiabortista de Palin. Pero la campaña de Obama no ha hallado la forma de criticar a Palin, y ahora la excitación y la ilusión se encuentran en los actos republicanos, mientras que los demócratas rebosan de propuestas concretas sobre la crisis económica. Si con Palin los republicanos pretendían cambiar la dinámica de la campaña, por ahora lo lograron.