El Gobierno de Ariel Sharon ha puesto de nuevo la región de Oriente Próximo al rojo vivo y en uno de sus peores escenarios: en la antesala de lo que podría ser un enfrentamiento total. Un día después del bombardeo israelí a Siria, ayer se registró un intercambio de disparos en la frontera con Líbano y medios diplomáticos no descartan que Sharon trate de provocar a Hizbulá para desatar un ataque de envergadura contra sus vecinos.

Todos estos movimientos tuvieron lugar mientras Israel se encontraba totalmente paralizado, aislado del exterior y con todas las fronteras cerradas por la festividad de Yom Kippur o Día del Perdón, la más sagrada del calendario hebreo. Las calles de las ciudades permanecieron desiertas, la circulación de vehículos estuvo prohibida y los medios de comunicación suspendieron todas sus emisiones. La organización chií libanesa Hizbulá advirtió de que "la agresión sionista contra Siria es una violación que sobrepasa todas las líneas rojas y las reglas que rigen este conflicto desde hace 30 años".