Israel amplió ayer su operación de castigo en el norte de la franja de Gaza contra los militantes que lanzan cohetes Qasam, una ofensiva que se saldó con al menos 31 víctimas mortales (28 palestinos y 3 israelís), y más de un centenar de heridos. El ataque, que empezó el martes y que Israel anunció que será "profundo y prolongado", fue uno de los más sangrientos en la franja de Gaza en cuatro años de Intifada.

La ofensiva, bautizada como Muro de Defensa 2, fue ordenada por el primer ministro israelí, Ariel Sharon, que se reunió con su titular de Defensa, Shaul Mofaz, para decidir cómo intensificar la respuesta militar contra el lanzamiento de cohetes Qasam, que el miércoles mataron en Sderot a dos niños israelís.

La respuesta fue la invasión de Yabalia que, con 160.000 habitantes se ha convertido en el mayor campo de refugiados palestinos en Oriente Próximo y en un símbolo de la resistencia contra la ocupación israelí.

UN SOLO DISPARO De un sólo proyectil Israel mató a entre 7 y 15 palestinos, según las fuentes. Las víctimas eran jóvenes y adolescentes que estaban cerca del mercado del barrio de Sika, al este del campo de refugiados.

Otros 13 palestinos murieron en Jabaliya, Beit Lahia y Beit Janún, donde el Ejército intensificó sus operaciones. Cuatro activistas, dos soldados israelís y una colona judía fallecieron también. Según fuentes palestinas, las tropas lanzaron decenas de proyectiles contra el barrio Bloque 4 de Jabaliya y las excavadoras destruyeron 35 casas.

La Autoridad Nacional Palestina (ANP) pidió la intervención de la comunidad internacional "para frenar la masacre en Gaza", como dijo Nabil Abú Rudeina, el asesor del presidente palestino, Yasir Arafat. El ministro de Negociaciones de la ANP, Saeb Erekat, denunció que "cuando los israelís dicen que se van a retirar de Gaza, la vuelven a ocupar y la convierten en una prisión para los palestinos".