Kasim Hadi tiene estudios de ingeniero agrícola, pero durante los largos años de sanciones económicas se vio obligado a trabajar de sastre. El local en el que trabajaba, en la calle Rashid de Bagdad, ha sido requisado tras la caída del régimen de Sadam Husein, por lo que se ha quedado sin empleo. Ahora, Kasim mata el tiempo junto a decenas de parados manifestándose frente a una sede sindical bagdadí.

"Tengo mujer y dos hijas; para poder sobrevivir necesito al menos 100 dólares (78,7 euros) mensuales", explica. Su hermano y algunos vecinos le dan dinero, pero pide prestado cuando no llega a fin de mes. Al igual que muchos otros iraquís, no ve ningún atisbo de esperanza. En la última década, debido a las dos guerras del Golfo, Kasim no ha logrado tener un puesto de trabajo estable.

La paciencia de los parados parece llegar a su fin. Desde el sábado, una oleada de protestas de millares de ciudadanos sin trabajo sacude las ciudades del sur del país, que habían permanecido relativamente en calma tras el final de la guerra. Ante el cariz que adoptaban los acontecimientos, la Autoridad Provisional de la Coalición (CPA) anunció un paquete de medidas para paliar la crisis, incluida la creación de una oficina en Amara para distribuir 2.500 puestos de trabajo en toda la provincia.

Nadie es capaz de poner cifras creíbles al desempleo. El Banco Mundial estima que al menos la mitad de la población en edad de trabajar carecía de trabajo fijo antes de la guerra. Tras el final de las hostilidades, se han destruido muchos de los empleos precarios que permitían sobrevivir a un buen número de familias en la era de las sanciones, al tiempo que centenares de miles de soldados del disuelto Ejército engrosaban las listas de parados.

Más seguridad

En Amara y Al Kut, las dos ciudades donde las protestas han tenido más eco, la calma regresa, tras las medidas de la CPA y un significativo incremento del dispositivo de seguridad por parte de las tropas ocupantes. "No es la primera vez que se nos hacen tales promesas; pero es una de las últimas oportunidades que damos a la coalición para que nos demuestre sus buenas intenciones", declaró Alí Jaralá Hilfi, un ingeniero sin empleo de Amara. Aquí murieron seis iraquís el sábado.

En Al Kut, la calma volvió momentáneamente tras la detención de los instigadores de las protestas. No obstante, el centro permanecía cerrado al tráfico, con alambradas de espino y bloques de cemento, y la tensión se palpaba en el ambiente.