Ekaterina Gordon fue durante un tiempo, junto con la presentadora de televisión Ksenia Sobchak, una de las dos mujeres que iban a aspirar a la presidencia de Rusia. Tras su retirada, se ha convertido en la voz que más critica del estado de cosas en el país.

-¿Por qué se ha retirado?

Lo decidí cuando Putin anunció que participaría y que ningun otro candidato tenía oportunidad alguna; cuando empezó a atacarme la Fiscalía, iniciando investigaciones contra mí, cuando como periodista se me empezaba a poner trabas para aparecer en los medios...

-¿Volverá a ser candidata, o dejará la política?

El sistema solo se puede cambiar con un golpe fuerte desde abajo. Antes, tenía la ilusión de que colaborando con el poder se podían cambiar las cosas. Ahora, veo que la oposición, tanto la parlamentaria como la extraparlamentaria, no puede hacer nada. En cuanto anuncié mi retirada, sentí que dejaba de ser un trapo en manos de este régimen y que me convertía en una auténtica política.

-Usted critica a los demás candidatos y dice que la liberal Ksenia Sobchak es un proyecto del Kremlin.

Eso es evidente para cualquier politólogo. Respecto a los demás candidatos, le diré que en cuanto anuncié mi candidatura, me ignoraron todos los programas políticos. Mis colegas me decían: "Katya, perdona, pero en la lista de personas autorizadas a aparecer en los canales federales, hay cinco personas. Y tu no estás". En Rusia es ilusorio decir que hay oposición. Quién forma parte de esta oposición, quién participa en este espectáculo, lo decide el entorno de Putin.

-Los medios estatales solo transmiten el mensaje del Gobierno. ¿La oposición podrá hacer oír su voz pronto?

Vivimos en un matrix. Nuestros programas políticos en televisión evitan los problemas reales y hablan de Ucrania, de nuestras relaciones con EEUU, del llamado ‘enemigo interno’. Cuando empecé a viajar por Rusia, me dí cuenta de que la gente vive en muy malas condiciones y está adquiriendo conciencia de ello. Hay más de 60 millones de pobres, y eso, en un país tan rico, es un crimen. Vivimos en un momento en que la máquina empieza a fallar, y uno de los síntomas es el comportamiento de Grigori Rodchenkov, el hombre que denunció el dopaje de Estado. Cuando un elemento deja de apoyar esta ilusión artificial, la máquina renquea.

-Putin ha estado en el poder en los últimos 18 años. ¿No hay alternativa?

El dinero de los clanes se ha aliado con el poder político para que nada cambie. En Rusia, la Constitución no se aplica, no funcionan los tribunales; en los juicios, si hay dinero de por medio, o si se recibe alguna llamada de alguien del Estado, no se puede hacer nada para frenar una injusticia.

-¿Contempla usted unirse con otras fuerzas políticas de la oposición, como Navalni?

Fue periodista, como yo, y tuvimos algunos conflictos. Es muy ambicioso, y su firmeza opositora me genera dudas. Navalni hizo un excelente vídeo sobre la corrupción de Dmitri Medvédev, el primer ministro. Pero no he visto ningún video sobre Putin. Esta suavidad al tratar a la primera autoridad del país no la entiendo. No conozco a ningún candidato de la oposición, incluyendo a Navalni, que no actúe con miedo al poder, a la posibilidad de ser perseguido por la justicia. Aún así creo que todos debemos unirnos y relegar nuestras ambiciones.

-Si Putin es tan popular, ¿Por qué se falsean elecciones?

Desconocemos la popularidad real de Putin. El centro de estudios de opinión independiente Levada ha sido prohibido, y solo quedan órganos pro-Kremlin. Tenemos la ilusión de que todo el mundo adora a Putin, pero viajo por Rusia y hablo con la gente, y veo que hay un gran cansancio psicológico hacia un poder para el que no existe la alternancia. A Grudinin, el candidato comunista, en cuanto empezó a subir en los sondeos, se le vetó en las teles federales. ¿Por qué frenan a cualquier candidato que pueda ensombrecer al presidente? Alguien que tiene una popularidad tan elevada no necesita tales medidas.