Al final, ni día D, ni hora H ni hora O. El supermartes llegó y pasó, y ni Hillary Clinton ni Barack Obama pueden considerarse vencedores o derrotados, reforzados o debilitados. Es lo que tienen los empates, la situación en la que se encuentran los dos candidatos del Partido Demócrata a la Casa Blanca. El ganó más estados; ella se impuso donde había que ganar; ambos mantuvieron sus bases de apoyo y las dos campañas argumentaban ayer, con razones sólidas, que se han hecho con el preciado momentum político y mediático.

Primero, los números. A falta de que concluya el farragoso proceso de adjudicar los delegados, Clinton tiene una ligera ventaja en delegados (900 sobre 824), según Realclearpolitics.com. Ahora bien, estas cifras cuentan los superdelegados (796 dirigentes demócratas, expresidentes, cargos electos...), de los cuales 211 ya han anunciado que apoyarán a Clinton y 128, a Obama. Pero, su postura puede cambiar antes de la convención demócrata que se celebrará en Denver entre el 25 y el 28 de agosto. Es por estos superdelegados que Obama dice que gana a Clinton en delegados. Electos, eso sí. En la convención, contarán por igual los electos que los superdelegados .

LOS GRANDES, PARA ELLA En estados, Obama se impuso en el supermartes en 13, y Clinton en 8. Sin embargo, la senadora ganó en 3 de los 4 principales: Nueva York, Nueva Jersey y, sobre todo, California. Además, se hizo con Massachusetts a pesar del apoyo de la familia Kennedy y de John Kerry a su adversario. Ambos ganaron en estados considerados republicanos. Obama se impuso por un estrecho margen en Misuri, considerado una especie de microuniverso de todo el país. Lo que se mantuvo invariable es su base de apoyo: mujeres e hispanos para Clinton, negros y jóvenes para Obama. Eso sí, el senador volvió a demostrar que tiene atractivo para los votantes hombres blancos, que lo apoyaron casi en un 40%.

Así las cosas, la principal conclusión del supermartes es que no hay nada decidido, y que esta carrera se prolongará y puede durar, incluso, hasta la convención de Denver. Una perspectiva que preocupa entre la dirección demócrata por varios motivos.

DINERO El primero de ellos es económico. Una campaña lanzada a toda velocidad como la que necesitan Clinton y Obama requiere una gran cantidad de dinero que supondrá, a su vez, exprimir a donantes que de otra manera podrían haber entregado dinero para las elecciones presidenciales (por ley, el dinero recaudado para las primarias no puede gastarse en las presidenciales, y viceversa). En este terreno Obama cuenta con ventaja. En enero, por ejemplo, ganó por goleada a Clinton en lo que a recaudación se refiere. Alcanzó los 30 millones de dólares.

El segundo motivo de preocupación para los demócratas es la clara división por sexo y color de la piel que se está construyendo en esta carrera. Mujeres blancas y latinos son fieles irreductibles de Clinton, mientras que los negros lo son de Obama. Al senador hay que sumarle los jóvenes, lo que abre una nueva brecha, esta vez generacional. Cuanto más reñida sea la carrera, más probabilidades habrá de que se caliente más de la cuenta y, por tanto, que más difíciles de cicatrizar sean las heridas una vez haya un ganador.