En cada ciudad, cada pueblo, cada barrio de Turquía se levantan bustos y monumentos a la memoria de Mustafá Kemal Ataturk , considerado el padre de la moderna patria turca. La figura del fundador de la república ha sido siempre intocable en ese país. Sin embargo, algunos intelectuales han empezado a armarse de coraje y romper el tabú que impedía la más mínima crítica al personaje.

Atilla Yayla, profesor de Teoría Política en la Universidad Gazi de Ankara, se enfrenta a un juicio bajo la acusación de "insulto público al legado moral de Ataturk" por criticar la presencia masiva de imágenes del fundador de la República. En la misma línea, el comentarista del diario Zaman , M. Sukru Hanioglu, acusa al Estado turco de haber establecido un "culto a la personalidad" del fundador de la República.

Estas críticas están muy en línea con el pensamiento posmoderno en boga globalmente. Provienen sobre todo de una corriente neo-otomanista --cercana al actual Gobierno del AKP y a sus medios afines-- que propone una relectura del legado del Imperio Otomano, haciendo hincapié en su estructura multicultural y multirreligiosa.