El escándalo de las irregularidades financieras y del fraude continuado descubierto en Eurostat (organismo de estadísticas comunitarias) comienza a comprometer políticamente a la Comisión Europea de Romano Prodi, que precisamente había prometido acabar con el descontrol que forzó al anterior Ejecutivo comunitario a una humillante dimisión en marzo de 1999.

Con varios meses de retraso y sólo bajo la presión del Parlamento Europeo y de las denuncias en la prensa, la Comisión Europea decidió ayer adoptar las primeras medidas contra los directivos de Eurostat. Las primeras denuncias de irregularidades se remontan a 1997 y la unidad antifraude europea (OLAF) investigaba a sus directivos desde el 2000.

El Ejecutivo comunitario abrió expediente disciplinario contra el exdirector general del organismo, Ives Franchet, y otros dos directivos. Además, suspendió de sus funciones a los demás exdirectivos y canceló los 58 contratos existentes con la firma Planistat, involucrada en las irregularidades.

PRACTICA HABITUAL

El vicepresidente de la Comisión, Neil Kinnock, reconoció que durante muchos años era "práctica frecuente" en Eurostat la creación de reservas irregulares, la doble contabilidad, los contratos de servicio ficticios y los contratos con importes hinchados artificialmente, según las pruebas halladas por una auditoría interna urgente abierta bajo presión de la Eurocámara. Kinnock eludió cifrar las irregularidades, pero se estima que suman varios cientos de millones de euros.

El Parlamento Europeo reaccionó con dureza ante la admisión tardía por parte de la Comisión Europea de las graves irregularidades que se estaban produciendo. "Es decepcionante que cuatro años después de la caída de la anterior Comisión por su gestión financiera hoy nos encontremos en la misma situación", lamentó el presidente del Parlamento Europeo, Pat Cox.