Robert Fico recibirá esta semana el encargo de formar un nuevo Gobierno en Eslovaquia tras su victoria en las legislativas del sábado, pero no está nada claro que el político socialdemócrata consiga vencer en la feroz batalla de las alianzas que se ha desatado tras la jornada electoral. El Smer de Fico se ha proclamado ganador de las elecciones con el 29,4% de la votación, pero el Movimiento Democrático y Cristiano (SDKU) de Mikulas Dzurinda, segundo con el 18,3%, no arroja la toalla y confía en sellar acuerdos que desemboquen en un tercer mandato para su líder. Lo que está en juego es el futuro de las reformas liberales que Dzurinda puso en marcha para favorecer el ingreso de su país en la UE. "El crecimiento económico dejará de ser beneficioso para un pequeño grupo de personas solamente", proclamó Fico, exultante, tras conocer el resultado de la votación. Precisamente, la clave de su victoria radica en la apuesta por políticas más sociales, pero si quiere gobernar es posible que tenga que renunciar a algunas de las medidas que más popularidad le han reportado.

CAMBIO DE BANDO La opción preferida por Fico es juntarse con los hasta ahora aliados de Dzurinda en el poder: la Coalición Etnica Húngara y el Partido Cristianodemócrata. Ninguna de las dos formaciones descarta respaldar al Smer, pero Fico debería renunciar a cumplir algunas de sus promesas electorales.

En caso de que no cuaje, a los socialdemócratas les queda una alianza con el nacionalista Partido Nacional Eslovaco (SNS) --que ha logrado el 11,7% de los votos-- y el Movimiento para una Eslovaquia Democrática (HZDS) del exprimer ministro Vladimir Meciar. Sin embargo, Bruselas vería con muy malos ojos un pacto con una formación, la SNS, comparada con el Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen, y con un político al que se asocia con la violación de los derechos humanos. Si Fico fracasa a la hora de formar una mayoría sólida en el Parlamento, el turno será para el dos veces primer ministro.