España ha caído del puesto número 28 al 32 en el índice que mide el nivel de corrupción en el sector público a partir de la percepción de los empresarios del propio país. El informe, elaborado anualmente por la oenegé Transparency Internacional, señala a Nueva Zelanda, Dinamarca y Singapur como los países menos corruptos, mientras que Somalia y Afganistán se sitúan a la cola con los índices más altos de corrupción.

Las conclusiones del estudio, realizado en 180 países, hacen hincapié en la necesidad de que los países más desarrollados terminen con el secreto bancario como fórmula para reducir la corrupción. Porque si bien los países pobres y en guerra son más vulnerables a prácticas corruptas, la oenegé Transparency Internacional ha cargado duramente contra los países más desarrollados. "El dinero que surge de la corrupción no debe tener zonas de refugio", argumentó ayer la presidenta de la oenegé, Huguette Labelle, para añadir: "Es hora de acabar con las excusas".

El problema del secreto bancario, refleja el informe, "concierne a numerosos países que se encuentran a la cabeza de la clasificación" como menos corruptos.

Transparency International añade que "debe hacerse más en materia de tratados internacionales concernientes al intercambio de información para terminar con el secreto bancario". La oenegé alerta también contra las importantes partidas de dinero público que son dispensadas en poco tiempo porque favorecen las prácticas corruptas.