Parece bastante probado que desde los años 50 del siglo XX, las campañas terroristas casi nunca han conseguido consolidar ganancias políticas que valgan la pena. Hay un problema de desproporción entre los escasos medios que se necesitan para llevar a cabo una acción terrorista y el eco que esa acción consigue en los medios. Pero por los interrogantes que deja se cuelan siempre las mismas preguntas, hoy referidas a Chechenia. ¿Buscan las facciones radicales descarrilar el plan de paz? ¿O está el mismo Putin buscando una excusa para imitar a los norteamericanos en Irak y sacarse violentamente una vieja espina?