Si para algo sirvió ayer la tensa sesión de control al Ejecutivo del Congreso fue para constatar que los enfrentamientos en El Aaiún suponen un nuevo frente para José Luis Rodríguez Zapatero, que decidió enviar al exministro de Asuntos Exteriores Miguel Moratinos a la región para rebajar la tensión. Bajo el paraguas de analizar la celebración de la cumbre euromediterránea en Barcelona, Moratinos aterrizó ayer en Argelia, sostén imprescindible del Frente Polisario. Hoy se verá con el presidente Abdelaziz Buteflika.

La escalada de la violencia en la excolonia española está suponiendo un quebradero de cabeza para el Gobierno, que ha optado por un perfil bajo y por una complicada equidistancia entre marroquís y saharauis que la oposición mayoritariamente rechaza. También algunos barones socialistas, como el extremeño Guillermo Fernández Vara, se mostraron partidarios de "condenar" el ataque al campamento de Gdeim Izik, mientras que la diplomacia española se limita (por ahora) a "lamentar".

A eso hay que sumar la presión de los numerosos colectivos prosaharauis que hay en España y los trabajos extras que le surgen a la ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez: ayer se vio obligada a desmentir desde Quito que Marruecos le hubiera avisado de que tomaría el campamento, así como a enmendar a su compañero Ramón Jáuregui, que cometió el desliz de hablar de "soberanía" marroquí cuando se refería al Sáhara Occidental.

JAUREGUI DA LA CARA Y es que Jáuregui fue, ayer, el ministro encargado de dar la cara ante la oposición en las Cortes, habida cuenta de que Jiménez estaba en Latinoamérica. La sustitución no se antojaba fácil, ya que El País publicó que el ministro de Exteriores marroquí, Taieb Fassi-Fihri, avisó hace días a su homóloga española de que Rabat desmantelaría el campamento de Gdeim Izik. No eran aún las 10 de la mañana cuando Jáuregui lo negó por primera vez aprovechando una pregunta del PNV.

Apenas una hora después desmintió este extremo nuevamente, cuando le interpelaba la diputada de IU-ICV Nuria Buenaventura. A partir de ahí, el ministro añadió que el Ejecutivo tiene "una impresión de gravedad" de unos acontecimientos que "lamenta profundamente". Sin más. Hizo hincapié en que la protesta de los saharauis en el campamento "no respondía al tradicional conflicto del Sáhara Occidental", sino a reivindicaciones sociales y a "diferencias de trato" entre los colonos marroquís y los saharauis de El Aaiún.

SOBERANIA MARROQUI A continuación, admitió que hubo un punto de inflexión cuando la policía marroquí mató al joven saharaui Nayem Elgarhi: en ese momento se restringió el acceso a la zona de conflicto a periodistas y políticos. "Es uno de esos elementos que pueden someterse a discusión, pero no podemos olvidar que la admisión en territorio forma parte de lo que se llama núcleo duro de la soberanía de un país. Ahí, nuestra capacidad de intervención chocó con la negativa absoluta del Gobierno marroquí", sostuvo.

Las imprudentes palabras de Jáuregui hicieron saltar todas las alarmas. ¿Soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental? Pero, al parecer, fue un error de lenguaje de un ministro que tuvo que lidiar en una plaza que no era suya. Jáuregui intentó corregir el entuerto hablando con los periodistas en el Congreso. Jiménez confirmó desde Ecuador que España no reconoce la soberanía marroquí en el Sáhara, y desmintió que hubiera sido informada de que se atacaría el campamento de El Aaiún.

El Gobierno no se mueve de la tesis de hacer a la ONU responsable de mediar entre las partes y dice esperar una investigación de Marruecos sobre el ataque.