Yihadistas vinculados al Estado Islámico y el Ejército filipino llevan tres días librando una batalla por el control de una ciudad del sur de Filipinas. Los enfrentamientos en la calle y casa por casa han dejado ya una veintena de muertos y empujado a Manila a decretar la Ley Marcial en Mindanao, una isla con una gran presencia de musulmanes.

Entre los muertos en la ciudad de Marawi se cuentan cinco militares, dos policías y 13 militantes, según las primeras y confusas informaciones. El jefe policial fue capturado cuando regresaba a su casa y decapitado en el momento. Los islamistas también apresaron a un pastor católico y una decena de fieles cuando rezaban en una catedral. “Han amenazado con matarlos si el Gobierno no retira a las tropas desplegadas”, ha explicado el arzobispo Sócrates Villegas.

La embestida islamista empezó el martes en la ciudad de 200.000 habitantes. Las guerrillas arrasaron la ciudad y quemaron un hospital, una iglesia, un colegio y otros edificios mientras francotiradores impedían el acceso de los militares. También se hicieron con el poder de dos cárceles y liberaron a más de un centenar de presos.

Las informaciones locales aseguran que gran parte de la población ha desoído las recomendaciones de encerrarse en casa y ha escapado a la carrera formando aglomeraciones en las carreteras de salida. El Ejército está ya recuperando el control de Marawi aunque los testigos desvelan que aún se escuchan explosiones y tiroteos esporádicos en algunas calles mientras los helicópteros sobrevuelan la ciudad.

CALIFATO FILIPINO

Los yihadistas forman parte de Maute, un grupo islamista muy agresivo que ha declarado su adhesión al Estado Islámico. El terrorismo es un problema larvado en Mindanao, la segunda isla más grande del país y con una población de 22 millones. Allí se junta el grueso de la población musulmana en un país de mayoría católica. Las autoridades responsabilizaron a Maute de las bombas que en septiembre causaron 14 muertos en Davao, la ciudad natal del presidente Rodrigo Duterte. Grupos como Maute o Abu Sayyaf han acentuado su pulso al gobierno en los últimos tres años. Isnilon Hapilon, líder del segundo grupo, está entre el centenar de militantes que han asaltado Malawi y aún no ha sido apresado, según fuentes oficiales.

Julie Bishop, ministra de Exteriores de Australia, advirtió recientemente del riesgo de que el EI declare un califato en el sur de Filipinas al verse expulsado de Oriente Medio.

“Estamos en estado de emergencia”, dijo ayer Duterte tras regresar precipitadamente de Rusia para lidiar con la crisis. “Tenemos un serio problema en Mindanao porque las huellas del ISIS están por todas partes”, añadió para justificar la Ley Marcial aprobada en Mindanao durante los próximos dos meses.

COMPRA DE BOMBAS EN RUSIA

El atrabiliario líder ya ha anticipado que esperan “días duros”. “Si creo que debéis morir, moriréis. Si lucháis contra nosotros, moriréis. Si hay una confrontación abierta, moriréis. Y si eso significa la muerte de mucha gente, eso es exactamente lo que pasará”, avanzó. Una de las razones del viaje presidencial a Moscú fue la compra de bombas inteligentes para enfrentarse a la insurgencia musulmana del sur.

Duterte no ha descartado extender la Ley Marcial a escala nacional. La medida genera comprensibles temores por su tradicional pasotismo hacia todo lo relacionado con garantías procesales y derechos humanos. La ley permite a las fuerzas de seguridad practicar arrestos, registros y detenciones sin trabas burocráticas. La Ley Marcial está grapada a la memoria colectiva desde que el dictador Ferdinand Marcos la utilizara durante 14 años para deshacerse de cualquier elemento hostil. Duterte siempre ha mostrado su admiración por el dictador expulsado del poder por una revuelta popular. “La Ley Marcial no será diferente de la del presidente Marcos”, ha avanzado Duterte en un video.