El presidente de Estados Unidos, George Bush, telefoneó ayer al primer ministro israelí, Ariel Sharon, y le pidió moderación después del bombardeo contra Siria. Antes de la llamada de Bush, Washington hizo un llamamiento a la calma e instó a los dos países involucrados, el atacante y el atacado, a que hagan lo posible para evitar una escalada que podría tener consecuencias funestas. Sin embargo, nada parecía indicar que Washington fuera a condenar el bombardeo en la reunión de emergencia que inició anoche el Consejo de Seguridad de la ONU.

REUNION DE LA LIGA ARABE

La Liga Arabe también se reunió con caracter de urgencia en El Cairo para condenar el ataque. Todos los países árabes emitieron enérgicas condenas, pero no tienen ninguna capacidad de influir en Israel. No obstante, sus gestiones pueden servir para espolear a la Unión Europea a sumarse a la repulsa. Los árabes no pasaron por alto que hasta anoche los europeos no se hubieran manifestado contra el bombardeo.

Yaser Arafat, cuyas relaciones con Siria son muy difíciles, también hizo una declaración de apoyo a Damasco: "Considero que el ataque es una escalada grave que arrastrará a la región a una mayor tensión".

Igual valoración hizo el Kremlin, que en un comunicado oficial advirtió del peligro de una internacionalización del conflicto de Oriente Próximo.