En una entrevista concedida en exclusiva, que debía durar dos minutos, el nuevo presidente de Bolivia, Carlos Mesa, desgrana sus planes políticos.

Tras la muerte en Bolivia de 74 personas en las protestas contra la venta de gas natural a Estados Unidos, se han depositado muchas esperanzas en usted. ¿Cómo se define políticamente?-- Como una persona convencida de que la primera necesidad del país es tener una democracia con participación, de que la realidad boliviana sea entendida por los bolivianos y de lograr que esto se haga sin dogmas.

¿Adónde va Bolivia?-- Estamos en un momento de efervescencia y de contenido emocional. Esa temperatura tiene que bajar para poder trabajar con normalidad.

Ha llegado al poder tras una rebelión que forzó la huida de su antecesor, Gonzalo Sánchez de Lozada. ¿Qué opina de esa revuelta?-- Toparon dos posiciones irreconciliables. La racionalidad de Lozada, muy inflexible e insoportable para la mayoría de bolivianos, y una visión del país ansiosa por recuperar el control sobre los recursos naturales, de que esos recursos beneficien a todos. Es falso suponer que la mayoría de los bolivianos están contra la venta de gas. Lo que hacía falta era abrir un espacio para la palabra. Pero se pasó a la confrontación.

Su presidencia coincide con la de Lula, en Brasil, y la de Kirchner, en Argentina. ¿Está surgiendo algo nuevo en América Latina?-- Surge algo nuevo, pero no en la dirección que se veía antes de Lula. El llegó a la presidencia desde un movimiento de trabajadores y su posición es la de hacer compatibles las demandas sociales con la realidad sin que signifique abdicar de sus principios. Lula es un hombre moderado en el mejor sentido de la palabra. Si hay una corriente que se abre paso en América Latina es la de la economía de mercado con democracia participativa e inversión social.

¿Lo cree posible en Bolivia?-- Bolivia sufre un déficit fiscal grave y una falta dramática de recursos. La situación va a exigir un gran sacrificio. Nosotros garantizaremos que los pasos que se den de ahora en adelante se hagan con transparencia, honradez y sin dejar espacio a las élites corruptas.

¿Qué espera de España?-- España coopera bastante con Bolivia. En ese sentido es importante su apoyo. Pero lo que más me importa ahora es que España comprenda nuestro proyecto de reforma de la ley de hidrocarburos.

¿Ha hablado de esto con el presidente Aznar?-- Los empresarios españoles piden una discusión racional y consenso. Lo hablé con Aznar y fui muy claro. Le dije que vamos a llevar adelante la reforma de la ley de hidrocarburos buscando mejores impuestos para Bolivia. Fue comprensivo.

En la cumbre de Santa Cruz, los líderes latinoamericanos fueron críticos con el liberalismo y las reformas económicas. ¿Por qué?-- Si uno hace una lectura desapasionada de América Latina se ve que las reformas estructurales daban estabilidad en términos macroeconómicos, pero no beneficiaba a la gente. Las recetas no dieron resultado. Eso no significa que aboguemos por distanciarnos de la economía de mercado. Lo que hay que hacer es trabajar sin dogmas y buscar el crecimiento económico y la inversión social.