En el frente internacional, el presidente francés tampoco camina sobre una alfombra de rosas. Su estilo directo y poco diplomático, que le ha valido una imagen de político audaz, le causa también quebraderos de cabeza. Especialmente con Irán. Sarkozy no ha dudado en cuestionar la victoria electoral de Mahmud Ahmadineyad. Y a diferencia del presidente de EEUU, Barack Obama, ha sido muy crítico con "los métodos" del mandatario iraní, lo que ha enzarzado a París y Teherán en una escalada diplomática de alto voltaje.

Especialmente a raíz del caso de la estudiante francesa Clotilde Reiss, juzgada por espionaje en Teherán por haber enviado fotos de las revueltas con su móvil. Las amenazas de Sarkozy de promover más sanciones a Irán si se mantiene el bloqueo de las negociaciones sobre el programa nuclear no ha hecho sino empeorar las cosas. Reiss sigue esperando un dictamen de la justicia iraní.

ROCES CON EEUU La relación con Obama es evidentemente mucho mejor, pero no está exenta de recelo. La decisión de Sarkozy de liderar un frente europeo para forzar a EEUU a aceptar nuevas reglas para regular el sistema financiero y, en particular, los sueldos de los banqueros enfrenta a los dos países ante la cumbre del G-20 de finales de mes en Pittsburgh.