La moción de censura presentada por un grupo de 74 eurodiputados, mayoritariamente euroescépticos, contra el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, se transformó ayer en un respaldo masivo del Parlamento Europeo que fortaleció la figura política del conservador portugués.

La moción de censura fue rechazada por el pleno de la Eurocámara por 589 votos y sólo obtuvo el apoyo de 35 eurodiputados, menos de la mitad de los que respaldaron inicialmente la iniciativa. Otros 35 eurodiputados optaron por abstenerse. Barroso nunca hubiera obtenido un apoyo tan amplio si hubiera presentado una moción de confianza ante las críticas que despierta su gestión en el hemiciclo, según destacaron fuentes parlamentarias.

VACACIONES DE LUJO La excusa utilizada por los euroescépticos para lanzar su carga de profundidad contra el Ejecutivo comunitario fue la particular relación de Barroso con el magnate griego Spiros Latsis. Este le pagó unas vacaciones de lujo en su crucero el pasado verano, cuando ya era el presidente designado de la Comisión Europea.

La iniciativa fue impulsada por el británico Nigel Farage, uno de los más activos militantes soberanistas contra la Unión Europea (UE) en la Eurocámara y miembro del bullicioso grupo Independencia y Democracia. Farage hizo coincidir la tramitación de la moción de censura con la recta final de la campaña del referendo francés para intentar multiplicar el descrédito de las instituciones comunitarias. Con paciencia y sorteando presiones de los grandes grupos, Farage consiguió reunir el número de firmas mínimo para la moción de censura en una amalgama donde coincidían euroescépticos, soberanistas, nacionalistas, la extrema derecha y también algún comunista.

La consecuencia más destacable de la moción ha sido la expulsión del Grupo Popular del diputado conservador británico Roger Helmer, que rompió la disciplina del grupo al aliarse con Farage. Paradójicamente, Helmer se abstuvo finalmente en la moción que fomentó.