A cada nuevo ataque yihadista, Europa se ha horrorizado y estremecido al constatar la vulnerabilidad de la población ante métodos mortíferos al alcance de cualquiera. Niza, Berlín, Estocolmo, Londres y, ahora, Barcelona han evidenciado que el lanzamiento de un vehículo a toda máquina contra la multitud, aun siendo imprevisible, se ha repetido demasiadas veces como para no prever esta contingencia con medidas específicas.

Las autoridades europeas han respondido a los atropellos masivos reforzando los dispositivos policiales y sembrando de bolardos las zonas urbanas más emblemáticas. Enormes bloques de hormigón, sacos de arena, barreras físicas… han sido las opciones utilizadas para proteger a la población contra estos ataques indiscriminados, además de la reforzada presencia policial, tanto en Francia como en el Reino Unido, Suecia, Alemania e incluso Italia, amenazada con ser “el próximo objetivo” del Estado Islámico.

En Francia, la policía decidió asegurar las “grandes concentraciones” con bloques de hormigón y barreras, como en los mercados navideños instalados en los Campos Elíseos de París o en el centro de Estrasburgo. Los dispositivos, sin embargo, fueron temporales, aunque las áreas peatonales a orillas del Sena se han mantenido abiertas a los vehículos de emergencia y cerradas al resto por los de las fuerzas de seguridad. El Ministerio del Interior pidió a las prefecturas desplegar “dispositivos antiintrusión y de filtro” en los “grandes acontecimientos del periodo estival”.

El Reino Unido, objetivo este año de tres ataques con coche, ha equipado varios puntos de Londres con barreras para impedir el acceso de los vehículos sobre las aceras, como pasó en el puente de Londres. En Buckingham Palace, se modificó la hora del cambio de guardia real y se cerraron algunos accesos para minimizar el riesgo de ataques. Diversos parlamentarios, especialmente en la Cámara de los Lores, han exigido mayores controles de identidad para poder alquilar vehículos.

En Suecia, tras el atentado con camión que causó 5 muertos el 7 abril en Estocolmo, las autoridades locales decidieron colocar bloques de hormigón con forma de león en las rutas peatonales. En la escena del atentado, el alcalde hizo instalar bloques de granito cruzados para forzar a los vehículos a transitar con lentitud. Finalmente, encargó 40 nuevos ‘leones gigantes’ que pesarán mucho más que ahora: tres toneladas contra los actuales 900 kilos, según informa France Presse.

En Alemania, después del ataque del 19 de diciembre que provocó 12 muertos, se instalaron bloques de hormigón para proteger los mercadillos navideños, pero la mayoría fueron retirados después de Navidad. Algunos continúan instalados frente a lugares emblemáticos, especialmente la Potsdamer Platz, y en las inmediaciones de las embajadas. También en Bélgica instalaron grandes bloques de hormigón, sacos de arena de una tonelada y camiones para bloquear el acceso de vehículos en grandes concentraciones. Asimismo, la presencia policial se incrementó también en las proximidades de las sedes diplomáticas, de las instituciones europeas, los lugares religiosos, las calles y en los transportes públicos.

PATRULLAS DE SOLDADOS

Los operativos de seguridad se han visto complementados, en la mayoría de casos, con el despliegue de soldados para patrullar en las calles. Los grandes países de la UE, salvo Alemania y España, no han dudado en recurrir al Ejército para una misión para la que, en principio, no está preparado, y que a menudo ha levantado polémica aunque, en teoría, tenga una duración limitada. El ministro español de Interior, Juan Ignacio Zoido, justificó así no elevar de 4 a 5 el nivel de alerta antiterrorista en España, lo que hubiese implicado el despliegue militar: “Con el Ejército también se producen atentados, no es garantía de nada”, declaró Zoido.

En Francia, los militares patrullan las calles desde los atentados del 2015. La operación ‘Sentinelle’, que empezó el 8 de enero, a la mañana siguiente del ataque contra el semanario satírico ‘Charlie Hebdo’, cuenta actualmente con 7.000 soldados patrullando las ‘zonas sensibles’, como lugares turísticos, estaciones de tren y aeropuertos. El operativo será “revisado en profundidad” en este nuevo curso político, según ha anunciado el presidente Emmanuel Macron. Numerosos expertos ponen en duda su eficacia, asegurando que convierte a los soldados en objetivo terrorista e impone una carga demasiado pesada al Ejército francés.

En Bélgica, los soldados fueron desplegados por calles y puntos estratégicos del país el 17 de enero de 2015, tras el desmantelamiento de una célula terrorista sospechosa de preparar atentados. La operación, bautizada ‘Guardián Vigilante’ y revisable mes a mes, moviliza actualmente a 1.100 militares, y ha tenido un coste aproximado de unos 100 millones de euros durante más de dos años. También después de los atentados del 2015 en Francia, la operación británica ‘Temperer plan’ permite movilizar hasta 5.100 soldados en las calles del Reino Unido para colaborar con las fuerzas de seguridad. Tras el atentado de Manchester, en mayo, fueron desplegados temporalmente un millar de soldados para asegurar la ciudad.

La excepción, además de España, la constituye Alemania, donde el Ejército no está autorizado según la Constitución a intervenir en el territorio nacional, excepto en caso de amenazas “contra el orden democrático del Estado federal” o para acciones humanitarias. Las funciones de la Bundeswehr están claramente separadas de las de la policía, aunque se estudia la posibilidad de recurrir al Ejército en misión de apoyo y coordinación, sin militares en las calles, en los 16 estados regiones de Alemania.

DEBATE LATENTE

El debate sobre la efectividad de estas medidas de seguridad sigue sin embargo latente en estos países. “No es solo una avenida o una esquina de una calle. Todo el mundo es consciente de que si se endurece un objetivo, el ataque podría tener lugar en otro. La cuestión presupuestaria es enorme. Son gastos no planificados”, afirmaba este lunes a Reuters Elizabeth Johnson, directora ejecutiva del Foro Europeo para la Seguridad Urbana. Para otros expertos, la visibilidad de los policías en las calles sirve más bien para tranquilizar y reconfortar a la población: “La visibilización de patrullas en estos espacios es solo parte de todo un programa de seguridad general. En muchas ocasiones solo se percibe una mínima porción de cuanto se hace para preservar la seguridad de la sociedad”, explicó a este diario el criminólogo David Garriga, especializado en yihadismo, poco después del atentado de Berlín.

El “riesgo cero”, como ha constatado Europol en varias ocasiones, es imposible para los expertos, como también lo es “predecir cuándo y cómo tendrá lugar el próximo ataque”, admitía este cuerpo policial europeo en enero del 2016. Por ello, en Austria, las medidas de seguridad se toman “caso por caso”, ha afirmado a AFP Karl-Heinz Grunboeck, portavoz del Ministerio austriaco del Interior, que ha añadido que “querer excluir al 100% el riesgo es un ilusión”. Según él, “es imposible separar a los peatones y a los vehículos para excluir totalmente un ataque”, por lo que la colocación de obstáculos no constituye más que una “medida placebo”, ha señalado.