Las dos explosiones terroristas originaron ayer una ola de pánico y agresividad sin precedentes entre los moscovitas. Las informaciones contradictorias, el colapso temporal de comunicaciones y la indiferencia de la policía ante rumores absurdos desencadenaron reacciones salvajes.

Los pasajeros del metro atacaron a varias personas de aspecto caucásico ante el creciente temor a nuevos atentados. La policía registró agresiones contra mujeres de etnias caucásicas que se convertían en sospechosas por el mero hecho de llevar pañuelo en la cabeza y vestido negro. Las agresiones de civiles se originaron por el rumor de que había más "viudas negras" dispuestas a activar cinturones de la muerte.

Estas informaciones también hicieron que muchos pasajeros optaran por abandonar el subterráneo. Así comenzó una impresionante salida de miles de personas de las bocas de metro en el centro de Moscú. Los que salieron a la superficie se encontraron, sin embargo, con nuevos problemas: llegar al trabajo y conectarse con los allegados. Una avalancha de llamadas saturó las redes de telefonía móvil y los portales informativos. La televisión nacional tardó en informar sobre los atentados.

Los que sí se aprovecharon de la situación fueron los taxistas y los voluntarios que se ofrecían a los moscovitas concentrados cerca de las estaciones afectadas por el ataque terrorista. Los precios se triplicaron. "Nos saludó un gentío de taxistas que decían muy contentos que el metro estaba cerrado y que no había más opción que coger un taxi. Luego vinieron los autobuses especiales que nos llevaron a otra estación de metro", explicaba Igor. Esa actitud de los taxistas también causó una reacción agresiva. Los peatones rompían cristales y retrovisores de los más voraces.