Más de cuatro años de existencia, discursos incendiarios y victorias electorales después, la extrema derecha alemana ha consumado su regreso a la primera plana política. Ayer, Alemania constituyó el decimonoveno Parlamento federal de su historia moderna, un Bundestag en el que la presencia de la formación ultranacionalista y xenófoba Alternativa para Alemania (AfD) será a partir de ahora una realidad. Así, por primera vez desde 1960, la Cámara parlamentaria contará con un partido situado más a la derecha que la llamada Unión conservadora (CDU/CSU), presidida por la cancillera Angela Merkel.

En su primera sesión parlamentaria, AfD reclamó cerrar las fronteras nacionales, asegurando que los musulmanes son «un gran peligro» para el Estado alemán, como apuntó el líder de la bancada, Bernd Baumann. El regreso de la ultraderecha al Parlamento alemán 57 años después ha supuesto un terremoto político y social. A pesar de que AfD recibió el voto de casi seis millones de alemanes, muchos otros ciudadanos están disgustados con el auge islamófobo que propugnan.

El pasado domingo 12.000 personas se reunieron en Berlín para protestar «contra el odio y el racismo en el Bundestag». En la misma noche electoral que coronó a los ultras, centanares de personas se manifestaron frente a su sede. Esta nueva legislatura se prevé especialmente caldeada, dentro y fuera del Parlamento.

EL BUNDESTAG MÁS GRANDE / El peculiar sistema electoral alemán, que divide el voto entre candidatos directos y listas de partido, ha hecho que en esta nueva legislatura el Bundestag cuente con 709 escaños, 78 más que en la anterior, siendo así el mayor y el más caro de la historia.

De estos, 92 serán para diputados de AfD, dos menos de los obtenidos ya que su expresidenta Frauke Petry y su colega Mario Mieruch se escindieron de la formación ultra y planean la creación de un nuevo partido de derechas. Solo el 30,9% de los diputados son mujeres -la proporción más baja en 20 años-, mientras que la edad media es de 49,9 años.

Curiosamente, el inaudito aumento de diputados en esta nueva legislatura ha llevado a los miembros de AfD a instalarse en la que antiguamente fue la sede del Ministerio del Interior nazi. El edificio, que aún mantiene esvásticas y simbología que recuerdan los tiempos más oscuros de Alemania, también servirá como sede para diputados de los liberales (FDP). El año pasado, una treintena de miembros de la CDU/CSU se establecieron allá.

SCHÄUBLE, PRESIDENTE / Otra de las primeras novedades del nuevo Bundestag es que el veterano político conservador y hasta ahora ministro de Finanzas Wolfgang Schäuble ha pasado a ser su nuevo presidente. A sus 75 años, ha sido investido con 501 votos a favor -un apoyo de más del 70%- y ha pedido respetar las decisiones de la mayoría frente a los «comentarios de desacato y degradación» de AfD.

Así, Schäuble ya no formará parte del próximo Gobierno. Ese vacío se entiende como una concesión de los conservadores a los liberales para sentarse a negociar un Gobierno tripartito con los Verdes, la llamada coalición Jamaica. El FDP se había opuesto reiteradamente a que la CDU mantuviese su poder sobre un ministerio clave que pretende controlar.

Los trabajadores del departamento de Finanzas, que Schäuble ha liderado durante los últimos ocho años, le despidieron formando un 0, una imagen que refleja el fetichismo alemán por la austeridad y las políticas de déficit cero.

El vicecanciller en funciones y exlíder socialdemócrata Sigmar Gabriel se despidió asegurando que Schäuble ha «convertido Europa en una ruina». Aun así, gobernaron juntos los últimos cuatro años. Para la presidencia del Bundestag también se votaron a otros cinco cargos, uno de cada partido. Tan solo AfD se quedó, de momento, sin ningún representante, ya que su candidato, Albrecht Glaser, no logró votos suficientes en las tres rondas celebradas. Se espera que el cordón sanitario contra la ultraderecha se mantenga.

El Parlamento alemán ha entrado en funciones un mes después de que Alemania celebrase elecciones. Con unos resultados especialmente fragmentados, Merkel mantiene las negociaciones con liberales y verdes para formar un Gobierno tripartito, inédito a escala federal y la única opción viable para la cancillera.

Aunque en esas charlas aún deben pulirse muchas fricciones, en la sesión parlamentaria del nuevo curso ya se pudieron ver ayer los primeros gestos de sintonía al votar juntos contra una propuesta de los socialdemócratas (SPD) para que Merkel compareciese cuatro veces al año en una sesión de control.

El primer borrador con acuerdos se espera para mediados de noviembre. De ser aceptado por las bases de cada partido, las negociaciones prosperarán. La formación de Gobierno puede retrasarse hasta finales de año.