La muerte de Giovanni Nuvoli, enfermo de esclerosis lateral amiotrófica que pedía que le desconectaran el respirador que le mantenía con vida, tras una huelga de hambre y sed, ha reabierto en Italia el debate sobre la eutanasia.

Nuvoli murió anoche en su casa de Alghero, en la isla de Cerdeña, tras agravarse sus ya delicadas condiciones físicas por una huelga de hambre y sed, que comenzó como protesta ante la prohibición de que le desconectaran el respirador artificial que le mantenía con vida.

"Ha sufrido como un perro", dijo hoy la mujer de Nuvoli, Maddalena Soro, al contar que su marido "se dejó morir" tras decidir no alimentarse, ni beber desde el pasado 16 de julio. "Giovanni Nuvoli ha muerto de una manera indigna por una decisión obligada del Estado italiano", explicó el europarlamentario del partido Radical Marco Cappato.

El caso de Nuvoli, que desde hace siete años vivía postrado en una cama, se suma a la decisión que tomó ayer la jueza de la audiencia preliminar del Tribunal de Roma Zaira Secchi de no llevar a juicio a Mario Riccio, el médico anestesista que desconectó el respirador que mantenía con vida a Piergiorgio Welby, tras expresa voluntad de éste.

Ambos casos han reabierto en el país el debate sobre la legalización de la muerte asistida, y la necesidad de introducir el llamado "testamento biológico o vital", una declaración anticipada de las voluntades sobre cómo ser tratado en caso de enfermedades crónicas.

"La vida es un gran don de Dios y nadie puede minarla, menos aún un juez o un político", afirmó el cardenal portugués José Saraiva Martins en una entrevista publicada hoy en el diario "La Repubblica". El oncólogo y ex ministro de Sanidad italiano Giovanni Veronesi calificó la sentencia de la jueza de Roma como "un paso adelante de extraordinaria importancia" y que el Parlamento "no puede ignorar".

Según Massimo Donadi, portavoz del partido Italia de los Valores, en la coalición gubernamental de centroizquierda, estos dos casos "representan un llamamiento a los legisladores" para que "afronten el asunto delicado e ineludible del testamento biológico". "El Parlamento tiene que encontrar el tiempo y el modo para aprobar definitivamente una ley clara sobre estos casos", añadió Donadi.

Miembros de la coalición del centroderecha consideraron la decisión de no juzgar al anestesista, que se enfrentaría a una posible condena de 15 años por ayudar a un suicidio, una "peligrosa" apertura a la eutanasia. "En Italia, no existe ninguna ley que autorice la eutanasia" aunque "sea por petición del interesado, es un delito que tendría que tener consecuencias jurídicas", dijo el líder de Unión de Demócratas Cristianos (UDC), Lorenzo Cesa.

Miembros de la coalición de centroizquierda consideraron que la sentencia responde a la aplicación de la Constitución, que prevé que cada ciudadano pueda dar indicaciones sobre la terapia que desea. La Ministro de Sanidad, Livia Turco, comentó que "no es aceptable la eutanasia" pero es "necesario respetar la voluntad del enfermo que no quiere ser curado". "Ahora la palabra pasa a los legisladores, que tendrán que garantizar los derechos del médico y del paciente", añadió Turco.

Una comisión formada por 47 expertos italianos y 8 extranjeros debaten desde hace meses sin ponerse de acuerdo sobre la definición de un texto para el proyecto de ley para introducir el testamento vital en el país.