De la miseria del ciclón se aprovechan todos los desalmados. Ahora han entrado en juego los falsificadores de documentos tras los revendedores de ayuda humanitaria y los traficantes de personas. En el mercado negro de Bangkok, se puede conseguir un visado para Birmania por 300 euros, un dineral para un asiático. "Es caro, sí, pero si usted lo necesita, es barato", afirma Chantra, que tiene un inofensivo puesto de venta de camisetas en el mercado de Pratunam de la capital tailandesa.

El bloqueo de las fronteras y la cerrazón de la embajada birmana en Bangkok, que no da visados, ha creado ese mercado ilegal, hasta ahora inaudito. "Hace una semana que hacemos el visado de Birmania, porque antes nadie nos lo había pedido", admite la vendedora, mientras muestra un álbum con documentos falsos de todo el mundo.

Ni qué decir tiene que los compradores son occidentales. Gentes llegadas a Tailandia desde Australia, Europa y EEUU, con la remota esperanza de obtener un visado turístico que nunca llega. En esta situación se encuentran más de 400 periodistas, así como centenares de miembros de oenegés privadas y activistas en favor de los derechos humanos de medio mundo. El visado puede hacerse con el nombre real o con nombre falso. En este último caso, la cuenta se dispara: un pasaporte del país elegido cuesta 1.600 euros y un carnet de funcionario de la ONU, con acceso al delta del Irauadi, cuesta unos 100 euros.

Tailandia es el país de las falsificaciones de todo tipo: relojes, maletas, bolsos, ropa... Incluso se pueden comprar documentos como carnets de estudiante para no pagar en los museos o carnets de periodista. Por esos documentos, piden entre 10 y 30 euros, según el país y la dificultad. Eso está alcance de cualquier turista. La diferencia es que ahora, en la trastienda de algunas paradas, ofrecen carnets de conducir de países occidentales, así como documentos de identidad o de patrón de yate. Y si uno profundiza, hay identificaciones de las principales policías por 600 euros o un visado Schengen por 1.000 euros. Estos son los precios de Chantra, que está abierta a hacer descuentos; dos por tres. Nos interesamos por el visado de Birmania y nos informa que tarda 24 horas. Pero en una hora accede a confeccionar un carnet de periodista, al fin y al cabo no se trata de una falsedad. "Deme una foto y 15 euros de fianza, el resto, después", dice.

Chantra nos da una hoja para que le escribamos nuestros datos. La mete en un sobre, junto con la fotografía. Se encamina hacia un callejón sórdido y sucio. Y a la hora convenida, tiene el carnet a punto. Impecable. ¿Le encargo el visado para Birmania? Mañana, quizá.