El ritmo de los tambores africanos acompañó al presidente Obama y a su familia en el viaje privado hasta el Castillo Cape Coast, situado a 160 kilómetros al oeste de Accra, la capital de Ghana. Hasta aquí incluso llegaron carteles, camisetas y fotografías del primer presidente americano negro. "El orgullo de todos", han repetido estos días los ciudadanos.

Su viaje a este país africano fue breve, pero no podía pasar por alto este lugar, que fue uno de los principales puertos de la costa del continente en el tráfico de esclavos hacia América.

La visita a la fortaleza de la familia Obama al completo --el matrimonio, sus dos hijas, Malia y Sasha, y la madre de Michelle-- fue un homenaje a las decenas de miles de negros que vivieron encerrados en calabozos durante meses en unas condiciones infernales y que después viajaron como animales en barcos en largas travesías. Solo los más fuertes sobrevivieron.

INICIO DE "NUESTRA HISTORIA" "Como afroamericano, este es un sitio que transmite tristeza, pero también es el lugar donde empieza nuestra historia", dijo el presidente estadounidense. Su mujer, Michelle, es descendiente de esclavos. "La historia nos enseña que no importa lo doloroso que pueda resultar, pero se debe luchar contra el mal que todavía existe en Africa y en el resto del mundo", añadió.

El Castillo de Cape Coast se levantó en 1653 para el comercio de oro y madera, pero más tarde se utilizó para el comercio transatlántico de cautivos africanos. Los esclavos que llegaban vivos a EEUU eran destinados a los campos de algodón donde pasaban jornadas interminables, sometidos a las órdenes de los grandes terratenientes esclavistas.

En esos campos surgieron los cantos espirituales, de gran significado religioso, que siguen marcando a la población afroamericana estadounidense, mucha descendiente de aquellos que fueron arrancados a la fuerza de su tierra natal hace siglos.

La memoria de todas estas víctimas de la esclavitud: las que dejaron sus fuerzas en el algodón y los que dejaron su vida en las mazmorras queda reivindicada con la visita de Barack Obama, el 44 presidente de Estados Unidos.

Antes de abandonar el castillo, Obama dijo que nunca iba a olvidar esta visita. Junto a sus dos hijas, el presidente estadounidense atravesó la conocida como "la puerta sin retorno", que era la que debían de pasar todos los esclavos justo antes de embarcar hacia América. "He vivido una experiencia emotiva", afirmó el presidente estadounidense.