La cúpula de las FARC ha hecho por fin pública su versión sobre la operación que tuvo lugar en la selva colombiana el pasado 2 de julio, afirmando que fue "una fuga", y no un rescate, lo que permitió que Ingrid Betancourt y otros 14 rehenes de la guerrilla quedaran en libertad. En un comunicado divulgado ayer por la Agencia Bolivariana de Noticias, la guerrilla atribuye toda la responsabilidad a los carceleros encargados de la custodia de los secuestrados, y abre de paso un debate que para muchos en adelante será probablemente una cuestión de fe: yo le creo al Gobierno; yo le creo a la guerrilla.

"La fuga de los 15 prisioneros de guerra fue consecuencia directa de la despreciable conducta de César y Enrique, que traicionaron sus compromisos revolucionarios y la confianza que en ellos se depositó", reza el comunicado, fechado el 5 de julio en "las montañas de Colombia". Las FARC reconocieron que en "cualquier confrontación política y militar se presentan victorias y reveses", y reiteraron su compromiso de concretar "un acuerdo humanitario" para intercambiar rehenes por presos.

MAS POLEMICA El comunicado de la guerrilla dará un nuevo empuje a la polémica que surgió dos días después de la operación, cuando un periodista suizo, basándose, según dijo, en "fuentes muy confiables", afirmó que el Gobierno colombiano había pagado 13 millones de euros por la libertad de los secuestrados. Tanto el presidente, Alvaro Uribe, como el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, se apresuraron a negar esta versión, y la cúpula militar relató con detalles el plan para despejar dudas. El mensaje caló. Si hay un debate de fe, la mayoría de los colombianos están con el Gobierno.

"De persistir en el rescate como única vía, el Gobierno debe asumir todas las consecuencias de su aventurera y temeraria decisión", amenazó la guerrilla. El llamado secretariado aprovechó para cargar tintas contra el Gobierno, advirtiendo de que la paz de Colombia "no será la paz de los sepulcros sostenida sobre la corrupción, el terror de Estado, la felonía y la traición". Recuerdan las FARC los apuros judiciales del Ejecutivo de Uribe.

"RETOMAR EL CAMINO" Es probable que la operación Jaque, como la bautizó el Ejército, haya sido tema de conversación en la reunión que ayer sostuvieron Uribe y su homólogo de Venezuela, Hugo Chávez. O tal vez no, ya que fueron precisamente las FARC las que estuvieron en el meollo del distanciamiento entre ambos mandatarios, el grave divorcio diplomático que ahora intentan arreglar. "Hay que retomar el camino, reactivar las relaciones, aunque eso dependerá de muchas cosas", declaró Chávez poco antes de la cita.

El que daban ayer en Paraguaná, unos 500 kilómetros al oeste de Caracas, es, todo parece indicar, el primer paso hacia la reconciliación. La decisión de Uribe de apartar al presidente venezolano de las labores de mediación con la guerrilla, en noviembre del 2007, desencadenó un intenso cruce de acusaciones en el que Chávez llegó a tildar a su colega de "mafioso", "mentiroso" y "traidor". La decisión de Chávez de movilizar tropas en la frontera, en marzo, marcó el clímax de la crisis.