La negativa de Al Fatá a formar un Gobierno de coalición con Hamás, que hasta el momento era rotunda, dio ayer un giro después de que dirigentes de ambos partidos celebraran una reunión en Gaza. Azam al Ahmad, líder del grupo parlamentario del partido del presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abbás (alias Abú Mazen ), afirmó que su formación "está de acuerdo, en principio, en participar en un Gobierno de coalición, pero antes hay que encontrar los puntos comunes en nuestro programa".

Ahmad efectuó estas declaraciones tras un encuentro con el líder de Hamás en Gaza y jefe del grupo parlamentario, Mahmud al Zahar, quien mostró su voluntad de lograr un Gobierno de unidad nacional "lo antes posible". Más allá de que sus milicianos armados lo rechazan, el principal escollo que tiene Al Fatá para pactar con Hamás es la negativa del grupo islamista a negociar con Israel. Cuando Abú Mazen encargó formalmente la formación de Gobierno al primer ministro in pectore islamista, Ismail Haniya, le entregó una carta en la que exigía respeto a los acuerdos firmados entre israelís y palestinos, una forma indirecta de reconocer a Israel.

A pesar de ello, los programas electorales de ambos partidos dejan espacio a un acuerdo en lo referente al conflicto. Ambos coinciden en la constitución de un Estado palestino con capital en Jerusalén Este y el derecho al retorno de los refugiados, aunque Al Fatá lo ciñe a Gaza y Cisjordania, es decir, a las fronteras anteriores a la guerra de 1967.

A diferencia de su carta fundacional, en su programa, Hamás no detalla las fronteras del Estado palestino y no reclama toda la Palestina histórica, lo que implica no reconocer a Israel. Varios dirigentes de Hamás han insinuado desde que ganaron las elecciones cuál sería un punto de encuentro posible: Hamás decretaría una tregua y ofrecería un alto el fuego de 10 años a Israel a cambio de la retirada hebrea a las fronteras del 67.

EL VISTO BUENO Otro factor juega a favor de un acuerdo Hamás- Al Fatá: la presencia del partido de Abú Mazen en el Gobierno. El visto bueno del presidente de la ANP contribuiría a que la comunidad internacional, sobre todo la Unión Europea, no suspenda la ayuda económica a la autonomía palestina. En este aspecto, Irán se comprometió ayer oficialmente a financiar a la ANP si Occidente finalmente cumple con su amenaza, lo que dejaría a las instituciones palestinas en la bancarrota. Una decisión iraní que no contribuye a la mejora de las relaciones de Teherán con EEUU e Israel, que empeoran cada día. Ayer, el primer ministro interino israelí, Ehud Olmert, calificó al líder iraní, Mahmud Ahmadineyad, de "racista antisemita que odia a Israel", y afirmó que su programa nuclear debe ser "detenido a toda costa".