Fidel Castro presidió el funeral oficiado en la catedral de La Habana por el cardenal Jaime Ortega Alamino, mencionado como posible sucesor de Juan Pablo II. La presencia de Castro fue un acontecimiento, ya que el mandatario --educado por los jesuitas pero declarado ateo-- no había pisado la catedral de la capital tras el triunfo de la Revolución en 1959. Fue la segunda misa a la que asistía públicamente. La primera fue con motivo de la visita del Papa en 1998.

El Gobierno comunista de Cuba reaccionó con rapidez tras la muerte del "inolvidable amigo de los pobres", según Castro. Decretó tres días de luto y suspendió todas las actividades de diversión. "Nos duele tu partida", añadió el mandatario. M. S. J.