El Gobierno de Manila ordenó ayer la retirada de los 51 soldados desplegados en Irak en un intento desesperado de salvar al conductor filipino secuestrado desde el día 7. La decisión de Manila contrasta con la inflexibilidad mostrada por el Ejecutivo búlgaro, que el martes por la noche recibió la trágica noticia de que uno de sus dos ciudadanos había sido decapitado.

"En este momento --dijo ayer la ministra de Exteriores filipina, Delia Albert--, sólo 43 de los 51 efectivos humanitarios se encuentran en la zona". Los radicales habían amenazado con decapitarlo si los soldados filipinos no salían del país antes del 20 de julio, aunque Manila tenía previsto retirarlos justo un mes después. Pese a este anuncio, el rehén no había sido liberado anoche.

FIRMEZA BULGARA En Bulgaria, tras la conmoción por la noticia de la decapitación de uno de sus dos rehenes (el Gobierno no se ha atrevido a dar ningún nombre) por extremistas vinculados a Abú Musab al Zarqaui, líder de Al Qaeda en Irak, el Gobierno emitió un comunicado para mostrar su negativa a la hora de negociar con los secuestradores. "Bulgaria debe continuar apoyando a Irak. ... La batalla para defender los valores universales contra el fanatismo requiere coraje y resistencia", afirmaba el texto.

Los terroristas exigen que EEUU libere a prisioneros iraquís para no matar al ciudadano búlgaro que queda con vida. El límite acababa anoche. Al cierre de esta edición, ni lo terroristas ni el Gobierno búlgaro habían informado de que la amenaza hubiera sido ejecutada.