«Con su tendencia crónica a llevar la contraria, el propio Trump atizaba continuamente la discordia con sus diarias llamadas telefónicas de después de cenar a sus amigos multimillonarios, en las que se quejaba de la deslealtad y la incompetencia que le rodea. A continuación, sus amigos millonarios le contaban a otros amigos millonarios lo que les había dicho, creando la interminable cadena de filtraciones de la que tan furiosamente se quejaba el presidente».

«Uno de los que más llamaban era Rupert Murdoch, quien antes de las elecciones siempre había expresado desprecio hacia Trump. Ahora Murdoch le perseguía».