La amplia sonrisa de Barack Obama lo decía todo ayer. En la sala Este de la Casa Blanca, justo antes de estampar su firma ante unas 300 personas en una ley que desde ayer mejora la red social de EEUU, el presidente se veía satisfecho, pletórico. Sus asesores aseguran que el logro de reformar un sistema de salud roto le ha hecho sentirse más orgulloso aún que la histórica victoria que le convirtió en primer presidente negro del país. Y aunque la guerra total de los republicanos contra la ley arrancó solo siete minutos después de que firmara la ley, con una serie de demandas legales emprendidas por 13 fiscales generales (12 republicanos y 1 demócrata), la primera victoria, única segura por ahora, es de Obama.

"La historia se hace cuando un líder toma la iniciativa, se mantiene fiel a sus valores y traza un camino totalmente diferente para el país", dijo el vicepresidente, Joe Biden, en una presentación de Obama, que ayer lucía en su muñeca una de las pulseras azules de la fundación del fallecido senador Ted Kennedy, adalid de la reforma. "Pues bien, señor presidente: usted es ese líder".

Obama no huyó ayer de los halagos, de la celebración. El domingo, cuando 219 votos de la Cámara de Representantes pusieron la ley en su mesa, sus primeras palabras estuvieron marcadas por la contención. Ayer habló sin reparos de "una nueva era para EEUU". Algunos cambios tardarán en implementarse meses, otros años y algunos son inmediatos, pero Obama aseguró ayer que llegará cualquier cosa menos el armagedón que anuncian algunos republicanos. "No tomen mi palabra para creerlo, compruébenlo por ustedes mismos en unos meses".

Queda también por delante aprobar las enmiendas a la ley en el Senado, un proceso que ayer mismo iniciaba la Cámara y que puede retrasarse ante los intentos de bloquear la reforma de la oposición. Un grupo de senadores presentó ayer una propuesta legislativa que rechazaría la actual ley. El texto no tiene opciones de éxito, pues los conservadores necesitarían mayoría absoluta en las dos cámaras y, aunque la alcanzara, toparían con el veto del presidente.

BIDEN, CAZADO Esta es ya una guerra de desgaste, con las vistas puestas en las legislativas de noviembre. Para ello, vale incluso aprovechar un desliz de Biden en forma de taco que cazaron los micrófonos. "Esta ley es de puta madre", le dijo ayer a la oreja a Obama. Pero la Casa Blanca ofrece ya contrataque. En la firma de la ley, Obama desplegaba su capacidad para conectar con los ciudadanos con historias humanas. "Firmo en honor de mi madre", dijo al recordar que ella murió de cáncer y pasó los últimos días de su vida peleando con las aseguradoras. También se la dedicó a algunos de sus invitados, como la viuda de Kennedy, Vicki; la hermana de Natoma Canfield (la mujer que hizo famosa en su último mitin por la reforma y que yace en un hospital sin seguro) y Marcelas Owens.

La madre de este niño de 11 años, Tiffany, era empleada en una cadena de comida rápida que le daba un seguro, pero enfermó. Fue despedida y perdió el seguro. Sin posibilidad de trabajar, dejó de pagar el seguro para dar de comer a Marcelas y a sus otras dos hijas. Y cuando le diagnosticaron un mal pulmonar no pudo permitirse un tratamiento que ayuda a los afectados a vivir hasta 20 años más. Murió en junio del 2007. Tenía 27 años.

La apoteosis del Obama político, del presidente orador, del patriota, llegó al enmarcar la reforma en el carácter del país. "Somos una nación que acepta sus responsabilidades. Somos una nación que hace lo difícil. Lo que es necesario. Lo que es correcto. Aquí, en este país, damos forma a nuestro propio destino. Es lo que hacemos. Es quienes somos. Eso nos hace los Estados Unidos de América".