Flandes reafirmó ayer masivamente sus aspiraciones territoriales y lingüísticas en el cinturón de Bruselas con una multitudinaria manifestación ciclista, mientras Bélgica no halla una salida a su crisis política y el pesimismo arraiga entre la población francófona sobre la continuidad de la unidad del país.

Bélgica lleva casi tres meses sin lograr formar un Gobierno tras las elecciones legislativas del 10 de junio, debido a la negativa de los partidos francófonos de aceptar mayores poderes regionales para Flandes, la comunidad más rica, dinámica y poblada del país. Las reivindicaciones flamencas son consideradas por los francófonos como una ofensiva para imponer un Estado confederal, que recortaría las ayudas públicas a Valonia y que abriría la vía para la ruptura del país. Las gestiones iniciadas el 30 de agosto por el presidente de la Cámara de Diputados, el democristiano flamenco Herman Van Rompuy, para encontrar una salida a la crisis por encargo del rey aún no han dado frutos.

DEMANDA DE ESCISION El tradicional recorrido ciclista flamenco del cinturón de Bruselas (Gordel ) adquirió este año un carácter más político que nunca, con una amplia participación de miembros del Gobierno flamenco. Decenas de miles de ciclistas de toda Flandes recorrieron el territorio de los ayuntamientos de la periferia de la capital para reivindicar el carácter flamenco de la zona, reclamar la supresión de las facilidades lingüísticas para los residentes francófonos y exigir la escisión de la actual circunscripción electoral y judicial conjunta de Bruselas y su periferia flamenca sin contrapartidas.

Los partidos francófonos rechazan la escisión de Bruselas-Hal-Vilvoorde porque dejaría a los residentes francófonos sin poder elegir representantes de su lengua. Los partidos francófonos exigen para discutir este tema que se acepte un ampliación de la región capital de Bruselas para unirla a Valonia.