Casi cuatro meses después de las elecciones generales, Bélgica se hundió ayer aún más en su endémica crisis política y las posibilidades de formar un Gobierno federal a corto plazo se esfumaron. La independentista Nueva Alianza Flamenca (NVA), principal partido de Flandes y de Bélgica, anunció al mediodía la ruptura de las negociaciones para reformar el Estado belga por la negativa de los partidos francófonos a aceptar una sustancial reforma de la financiación de las regiones, con una regionalización de la recaudación del impuesto sobre la renta y de la asistencia sanitaria pública.

Los democristianos flamencos (CDV), segunda fuerza política en Flandes, dijeron "tomar nota" de la decisión de la NVA y reafirmaron su disposición a participar en nuevas negociaciones futuras. La CDV comparte muchos de los planteamientos de la NVA y en un comunicado insistió en defender "una nueva ley de financiación que prevea más responsabilidad" de las diferentes regiones. La reforma debe implicar el traslado del centro de gravedad a las regiones, dijo el CDV.

Los tres partidos francófonos que han participado en las negociaciones --socialistas (PS), democristianos (CDH) y ecologistas-- calificaron de "irresponsable" la actitud de la NVA, a la que acusaron de no querer "una reforma equilibrada". Socialistas. democristianos y ecologistas francófonos reafirmaron su disposición a retomar las negociaciones. Pero condicionaron cualquier reforma a que no empobrezca a la población de Bruselas y Valonia, que depende de las elevadas transferencias de Flandes para simultanear una elevada protección social con baja actividad económica y alto nivel de paro.

El líder de la NVA, Bart de Wever, justificó la ruptura de las negociaciones por la negativa francófona a aceptar un sistema de financiación regional que recorte las transferencias de fondos de Flandes, la región más rica de Bélgica, hacia la empobrecida mitad sur del país.