Agotando los últimos cartuchos, los partidarios del a la Constitución europea apuraron las últimas horas de campaña cara al crucial referendo de mañana en Francia. La jornada terminó con una pequeña chispa de esperanza, un último sondeo del instituto CSA en el que el daba indicios de remontar gracias al intento desesperado del presidente, Jacques Chirac, de invertir la tendencia y convencer a los indecisos. Con todo, la encuesta daba un 52% al no .

El discurso televisado de Chirac, quien pidió a los franceses que asuman su "responsabilidad histórica" y voten por el bien de Francia y de Europa, fue celebrado por los defensores del Tratado, pero no impidió que el pesimismo terminara de apoderarse de ellos. "La derecha y la izquierda son como las Torres Gemelas el 11 de septiembre. Nadie sabe cuál caerá primero, sólo que las dos caerán", dijo un miembro de la mayoría de Gobierno a la agencia AFP.

INTERVENCION TARDIA Muchos editorialistas opinan que la intervención de Chirac ha llegado demasiado tarde para evitar el seísmo francés y de Europa: el no ha avanzado inexorablemente en los sondeos hasta situarse en el 56%. Sin embargo, el líder centrista Fran§ois Bayrou rechaza la idea de que la suerte esté echada: el retraso del , dice, puede subsanarse en 48 horas. Bayrou está "seguro" de que los franceses darán "la sorpresa".

El adalid del no y número dos del Partido Socialista (PS), Laurent Fabius, no ocultaba su satisfacción. Con la vista puesta en las presidenciales del 2007, Fabius cambió su chaqueta liberal por una cazadora más adecuada a su posición frente al Tratado, que tacha de "antisocial". El socialista ironizó sobre el "nuevo impulso" prometido por Chirac, en alusión a una remodelación del Gobierno. "Las dos ubres del chiraquismo son el nuevo impulso y la cerveza Corona marca mexicana que cuenta con el favor presidencial", dijo. Según él, después de la consulta, el PS debe unirse de nuevo y "tener en cuenta el voto de los electores".

Por su parte, el expresidente francés y padre de la Constitución, Valéry Giscard D´Estaing, provocó un nuevo debate al afirmar que si gana el no la única solución será volver a votar.

"LA VOLUNTAD DEL PUEBLO" La idea de un segundo referendo causó violentas reacciones entre los adversarios del Tratado, que consideran la propuesta una "negación de la democracia". El gaullista Charles Pasqua acusó al expresidente de despreciar "el sufragio universal" y la "voluntad expresada por el pueblo".

Los líderes europeos, por su parte, demostraron su apoyo al hasta última hora. El canciller alemán, Gerhard Schröder, en Toulouse, y el jefe del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, en Lille, secundaron el llamamiento del presidente de la UE, el luxemburgués JeanClaude Juncker.

En un artículo publicado ayer por el diario Le Figaro , Juncker intentó tranquilizar a los franceses que encuentran el Tratado "demasiado liberal". Según él, el texto "favorece el progreso social" y "permite que los servicios de interés general suplan las debilidades del mercado". Zapatero es consciente de que el resultado del referendo francés tendrá inevitables consecuencias para España, para el PSOE, y para su propia imagen política. El presidente hizo una arriesgada apuesta, al decidir que España fuera el primer país en celebrar un referendo sobre el texto.

MAXIMO REDITO Para sacar el máximo rédito de esa operación, a Zapatero le convendría que las consultas venideras en la UE fuesen exitosas, empezando por la francesa de mañana. El líder español podrá entonces preciarse de haber abierto la puerta a la consolidación europea.

Una victoria del no en Francia puede afectar en cierta medida esos planes. Pero hasta esa moneda tiene una cara positiva: la crisis de los socialdemócratas alemanes y la división de los socialistas franceses pueden despejar el terreno al mandatario español para que asuma el liderazgo de la izquierda europea.