La llama de 228 velas simbolizaba ayer, en la catedral de N´tre Dame, la vida truncada de todos los viajeros del vuelo Río-París que nunca llegó a su destino. La capital francesa rindió ayer por la tarde un homenaje a las víctimas del siniestro con dos ceremonias consecutivas: una plegaria en la Gran Mezquita primero, y un acto ecuménico interreligioso en el templo católico.

A petición de las familias, las cámaras y los periodistas fueron excluidos de las celebraciones. Los allegados llegaron a la catedral de N´tre Dame protegidos por la policía para decir adiós a sus seres queridos cuando todavía no han tenido tiempo de digerir la tragedia. Muchos son atendidos por el dispositivo médico y psicológico instalado en un hotel próximo al aeropuerto Charles de Gaulle. Una parte de ellos proceden de diferentes puntos de Europa, ya que en el avión viajaban personas de 33 nacionalidades diferentes. Por ese motivo la ceremonia se desarrolló en diferentes idiomas.

En presencia del presidente, Nicolas Sarkozy, de su esposa, Carla Bruni, y de los principales dirigentes políticos franceses, el arzobispo de París, André Vingt- Trois, leyó un telegrama del Papa. El mensaje de Benedicto XVI expresó su "vivo pésame", y su "proximidad espiritual" con los afectados. El arzobispo leyó también un texto sobre el carácter efímero de la vida extraído de El pequeño príncipe de Antoine Saint-Exupéry, escritor y aviador que también desapareció en el mar en un accidente.

Vestidos con su uniforme azul marino, muchos pilotos y personal de cabina de Air France acudieron a la catedral de N´tre Dame para despedir a sus compañeros. "Hemos venido a solidarizarnos con la compañía. Podría haber sido cualquiera de nosotros", declaraban emocionados un piloto y su compañera azafata. Ocultando sus ojos tras unas gafas oscuras, un copiloto se confesaba "destrozado" por la pérdida de la tripulación del A-330. "Eran unos profesionales excelentes y unos buenos amigos", lamentaba.

TRES DIAS DE DUELO El ministro de Asuntos Exteriores francés, Bernard Kouchner, se desplazará a Brasil para participar en el homenaje previsto en ese país, donde se han decretado tres días de duelo nacional. De las 228 víctimas, 59 eran brasileñas y 72 francesas. París encendió una vela para todos y cada uno de los desaparecidos.