Nicolas Sarkozy se enfrenta hoy al movimiento huelguístico más amplio desde los paros de otoño del 2007 en protesta por la supresión de los regímenes especiales de jubilación, que consiguió imponer en un pulso victorioso con los sindicatos. Ahora es la gravedad de la crisis económica y la política del presidente francés frente a ella la que moviliza de nuevo a los sindicatos, que paralizarán la mayoría de los servicios públicos en un jueves negro , y extenderán los paros a diversas empresas privadas. Con un centenar de manifestaciones, la jornada tiene como lema la defensa del empleo, del poder adquisitivo y de la calidad de los servicios públicos.

Sarkozy afronta el movimiento con resignación, lejos del triunfalismo con que se mofaba de las huelgas hace unos meses. "Cuando ahora hay una huelga en Francia, nadie lo nota", decía.