La proximidad de las elecciones presidenciales y provinciales en Afganistán previstas para el 20 de agosto está elevando a cifras récord la violencia del país. Este mes de julio ha sido el más mortífero para las tropas extranjeras en los ocho años de conflicto. El número de soldados extranjeros muertos nunca había sido tan elevado como en las tres últimas semanas (55 en lo que va de julio, 30 de ellos estadounidenses). Los británicos sufren casi una baja por día, lo que ha desatado una fuerte polémica en el Reino Unido.

Los insurgentes talibanes están desplegando toda su capacidad para impedir la consulta electoral. Y aunque su fin es lograr la expulsión de las fuerzas ocupantes y recuperar el poder, la suspensión de las elecciones por falta de seguridad sería una gran demostración de fuerza.

Ayer cayó otro soldado británico y el lunes, cuatro de EEUU. Pero el mayor tributo de víctimas lo sigue pagando la población afgana. Ayer hubo 35 muertos en las provincias de Patakia, Ghazni y Kunduz. En Gardez (Patakia), seis suicidas vestidos de mujer, con burkas, asaltaron dos edificios gubernamentales y acabaron con la vida de seis miembros de las fuerzas de seguridad.