Se puede forjar un cuerpo de policía eficiente y creíble cuando solo 40 de 70 comisarías disponen de vehículos patrulla? ¿Se pueden arrestar criminales con solo 40 pares de esposas para toda Cisjordania? ¿Es posible atender las denuncias de los 80.000 residentes de Yenín con solo una línea telefónica y un fax? Todas estas carencias, identificadas por la Oficina Europea de Apoyo a la Policía Palestina (EU Copps, en sus siglas en inglés), retratan la precariedad endémica con la que trabajan las fuerzas de seguridad palestinas. Desde la semana pasada, la policía local vuelve a tener el respaldo de las fuerzas especiales. De su éxito o fracaso dependen buena parte de las esperanzas de paz para la región.

Israel autorizó la semana pasada a modo de experimento el despliegue de 300 policías de élite palestinos en Naplusa, la capital económica de Cisjordania y principal núcleo de resistencia armada. Han sido entrenados por oficiales de EEUU al mando del general Keith Dayton, encargado de rehabilitar las fuerzas especiales, como la guardia presidencial. Su regreso, tildado como "gesto de buena voluntad" por las autoridades hebreas, es una prueba de fuego para la Autoridad Nacional Palestina, que necesita demostrar que es capaz de imponer la ley en sus territorios. Sin esta condición, que incluye el desarme de las milicias, Israel ya ha dicho que no cumplirá con la Hoja de Ruta.

EXITO COMPLICADO Su éxito se antoja complicado. "Hay motivación y buenos oficiales, pero sigue siendo una policía débil porque está muy mal equipada", explica a este diario el jefe de EU Copps, Colin Smith. "Faltan vehículos, equipos de comunicación de radio, teléfonos móviles, ordenadores, munición para las armas o laboratorios forenses". Tampoco ayudan las restricciones de movimiento. "Esta política solo beneficia a los criminales. Para ser efectivos los agentes necesitan libertad de movimientos", dice el inspector británico.

Una de las asignaturas pendientes de la reforma en curso de las fuerzas de seguridad es la criba de militantes. Desde los tiempos de Yaser Arafat, centenares de milicianos de las Brigadas de Al Aqsa --el brazo armado de Al Fatá-- están enrolados nominalmente en la policía y se nutren de sus salarios. "Hay que hacer una limpieza y llevará tiempo, pero existe un compromiso por parte del presidente Abbás". Smith dirige a una treintena de expertos policiales europeos que desde el 2005 forman y equipan a la diezmada policía local palestina, cuyas infraestructuras ha destruido el Ejército israelí en los últimos siete años. "Es muy importante obtener los recursos para tener una policía motivada, con buenos salarios y armas. De otro modo será difícil evitar que algunos sigan siendo leales a las milicias o a los clanes familiares". Hasta el mes de junio, recuerda, miles de policías pasaron 18 meses sin cobrar salarios íntegros debido al embargo internacional.

PIEDRA DE TOQUE El experimento servirá de piedra de toque. El lunes, sus fuerzas de seguridad se enfrentaron a militantes de las Brigadas de Al Aqsa durante 12 horas en Balata (Naplusa). Durante muchos años, campos de refugiados como este estuvieron a merced de la policía palestina. Si funciona, Israel autorizará su despliegue en otras capitales. Pero para eso, el Ejército hebreo debe cooperar. "El año pasado, en Naplusa, arrasó una comisaría con todos sus vehículos. Estas acciones no ayudan", asegura Smith.